Capítulo 25

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Al principio, no tuve ninguna reacción. Mis manos se alzaron hasta su pecho, vacilantes en cuanto a tocarla; no sabía si la empuje o si la tiré más cerca de mí. Mis ojos se mantuvieron abrumados ante los suyos, cerrados fuertemente, tan cerca de mí. Sus labios se mantuvieron presionados contra los míos, como si esperaran por alguna reacción mía, que sólo vino cuando desistió de esperar e invadió mi boca con su lengua, haciendo que la mía involuntariamente le correspondiera.

Mi cuerpo se relajó tan pronto cuando profundizó el beso, y el calor estallante que emanaba de ella comenzó a derretir el hielo que se había formado dentro de mí a una velocidad impresionante. Deslice mis manos antes indecisas hasta su nuca, ahora con determinación, y agarré sus cabellos con fuerza, soltando un gemido aliviado desde el fondo de mi garganta. La sensación de estar caliente de nuevo, incluso después de sólo unos segundos de frío, era incontrolablemente reconfortante.

Valentina no dejó que el beso durara mucho, y luego apartó sus labios de los míos, uniendo su frente a la mía y manteniendo sus ojos firmemente cerrados, como si estuviera algún tipo de... ¿Dolor?

- Sé que esto te puede sonar ridículo... - su voz ronca murmuró, haciendo que su aliento golpeara directamente en mi cara. - Pero, por favor, no me rechaces. Creo que voy a enloquecer si me rechazas una vez más. No sabes cuánto necesito de esto... cuánto necesito que tú quieras esto.

Ella abrió lentamente sus ojos, y cuando sus irires angustiados devolvieron mi mirada confusa, fui capaz de ver la sinceridad nítida en ellas. No estaba mintiendo. No era sólo un juguete para ella. Yo era una necesidad, una adicción, una dependencia física. Sin que pudiera controlar o siquiera pensar, vi sus ojos azules, mi mirada reflejada en ella. Y me pareció muy parecido al suyo. También agonizante.

Mi otra mitad, la que pensé haber perdido, me estaba implorando para que la aceptase de vuelta. Allí estaba la verdadera Valentina nuevamente, dejando que su corazón me dijera lo que su orgullo le impedía decir. La herida aún abierta en mi pecho por nuestro reciente desentendimiento gritaba su respuesta claramente, haciéndola sofocar todo y cualquier ruido a mí alrededor, y todo lo que fui capaz de hacer fue decir las palabras que casi me ensordecían.

- Quiero esto.

El rostro de Valentina, antes contorsionado de agonía, se relajó ante mi susurro. Sus ojos ganaron un brillo deslumbrante, y una sonrisa tonta llenó sus labios, donde vida a su expresión. Me vi sonriéndole de vuelta, ante semejante cambio, y nuevamente sentí sus labios pegados en los míos, con la misma urgencia de antes. Inmediatamente dejé que nuestras lenguas se acariciaran otra vez, mientras mis uñas rascaban sin piedad su nuca y sus manos resbalaba por mi cuello, hombros y espalda. Me sentía absurdamente caliente ahora, irradiando calor, y una sonrisa que no supe explicar surgió mientras la besaba ávidamente, envolviendo su cuello con mis brazos.

A los pocos minutos después, ella se alejó un poquito de mí, sin quitar sus ojos de los míos, y con un tirón hábil y rápido, arrancó la toalla de mi cuerpo, dejándome completamente desnuda. Me encogí a la misma vez, abrumando ante sus ojos y sintiendo toda la alegría abandonarme junto con la toalla, siendo rápidamente sustituido por la vergüenza. Ya me había visto desnuda algunas veces, pero nunca de esa manera tan desleal. Es decir, ella estaba completamente vestida, mientras que yo no tenía ni un tejido que cubriera mi cuerpo. Era bastante embarazoso.

- No hay motivos para avergonzarse. - adivinó, evaluándome de los pies a la cabeza como si fuera la primera vez que me viera, y el ardor en sus ojos haría cualquier mujer un poco menos insegura, haciéndola sentir una diosa. - Confía en mí... Eres más hermosa así.

El rubor se intensificó en mi cara cuando dijo esas palabras, con la voz cargada de algo que se asemejaba mucho a la sinceridad y el deslumbramiento. No conseguí decir nada, y cuando hice mención de extender mi mano y coger la toalla que tenía ella, Valentina la tiró lejos, en la dirección opuesta a mí, cancelando todas mis posibilidades. Ella sostenía sutilmente mi cara con sus manos y volvió a unir nuestros labios en un beso ardiente, dejando un gemido escapar del fondo de su garganta cuando nuestras lenguas se encontraron. En el mismo momento en que esto sucedió, perdí totalmente cualquier tipo de vergüenza; todo lo que me dominaba ahora era, nuevamente, el deseo insaciable que mi cuerpo tenía por la suya.

MY BIOLOGY 1 Y 2 (Adaptación Juliantina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora