Mi despertador sonó, anunciando las seis de la mañana de otro día lectivo. Incluso su sonido intencionalmente estridente parecía intimidado con la atmósfera densa que me rodeaba, y como en un gesto de compasión desmerecida o incluso de pena, tocaba con menos escándalo que lo habitual esta mañana. Lo que vino a la vista, ya que no necesitaba nada para mantenerme despierta.
Mis ojos estaban abiertos desde que me había acostado, fijos ahora en el día que amaneció y reflejando los tímidos rayos solares que invadía mí cuarto. Mis párpados ardían levemente debido a las lágrimas que se habían secado alrededor de ellas, las cuales no me di el trabajo de limpiar. Solté un suspiro débil, cerrando mis ojos por algunos segundos. A pesar del cansancio mental que hacía mi cabeza pesar el triple de lo normal, las horas de reflexión habían ajustado algunas ideas y establecido algunos hechos que me negaba a aceptar desde hace algún tiempo. Por primera vez desde que todo sucedió, estaba siendo totalmente franca y objetiva conmigo misma.
Tal vez todo hubiera ocurrido en el momento oportuno. Tal vez mis sospechas fueran concretas y ya no amaba más a Esmeralda como antes.
Quiero decir... ¿Si la amase, todavía debería de estar doliéndome mucho o no? Entonces, ¿por qué sólo podía sentir un... vacío? Era como si hubieran colocado una piedra de hielo dentro de mi pecho, pero no dolía. Sólo... Helaba todo a su alrededor. Enrojecía los órganos cercanos, anestesiando cualquier tipo de dolor que pudiera sentir, cuando en realidad su existencia debería estar causando dolor. Todo estaba demasiado extraño dentro de mí para que pudiera definirme con exactitud, pero una noche en claro me permitió ver ciertos puntos en medio del enredo que se había instalado en mi mente.
Ya no la amaba más, incluso antes de descubrir sobre Ivanna. A pesar de mis temores ante esta constatación, de mi miedo de desprenderme de algo que fuera una verdad absoluta para mí por tanto tiempo, mi ausencia de sentimientos hacia ella ahora era una certeza.
No era como si necesitara mucho esfuerzo para borrar las imágenes de Esmeralda con otra mujer de mi mente. Si Valentina no hubiera surgido, estaría agonizando en éste momento, sin dudas. Pero debido a los cambios drásticos en mi vida, ahora podía decir que hasta aceptaba el hecho de que Esmeralda amara a otra mujer. Aceptaba la parte donde ella me había engañado al respecto.
Quería sentir rabia por haber sido engañada, pero no había nada hormigueando en mi garganta. Quería sentir ganas de llorar sólo de pensar en ella con Ivanna, mientras soñaba con nuestro futuro, pero mis ojos simplemente se mantuvieron secos al visualizar tal escena. Quería sentir algo... Pero cuanto más intentaba, menos podía sentir.
Solo vacío.
- ¿Hija? - escuché la voz baja de mi madre llamar a la puerta, y sólo dirigí mis ojos hasta su cara cariñosa. - ¿Cómo estás?
Murmure, sólo entonces dándome cuenta de que el despertador aún tocaba, y lo apagué, viendo a mamá caminar hacia mí. Ella se sentó a mi lado en la cama, y puso la mano suavemente sobre mi frente, verificando mi temperatura. Madres y su eterna protección desmedida.
- No sé. - murmuré, mirándola con inexpresividad. - Igual, creo.
- ¿Estás segura de que no quieres decirme lo que pasó? - preguntó, afligida, acariciando mi cara, y negué con la cabeza. - Por favor, querida... Quizá pueda ayudarte.
- Voy a estar bien, es sólo un TPM medio exagerado. - la rechacé, esbozando una sonrisa que más debe haber parecido un dolor de vientre. - Estoy medio presionada en la escuela, se me acabó juntando todo y pasó esto.
- ¿Presionada cómo? - mamá quiso saber, peinando mis cabellos lentamente. - Sabes que no te exijo que seas una alumna ejemplar, por más que sea...
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MY BIOLOGY 1 Y 2 (Adaptación Juliantina)
Teen Fiction¿Qué haces cuando te vez envuelta con tu profesora de biología, pero te sientes terriblemente atraída por tu insoportable profesora de laboratorio?. Juliana no esperaba los cambios de su último año en el colegio y ni que sus pensamientos serían tom...