Capítulo 7

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Cinco y cuarenta y dos. Ese era la hora que mi celular marcaba cuando pise el Starbucks, ya de vuelta a Miami. Generalmente después de las excursiones, la clase era llevada hasta allí para tomar una merienda y relajarse un poco después de un día de aprendizaje fuera de la escuela. Mi momento de relajación se basó en sentarse en una de las mesas más aisladas de todos, con un frapuccino que mi garganta no quería tragar entre mis dedos helados y la cabeza pesada. Mi día había sido una basura, uno de los peores de mi vida, sin duda.

Viendo el paisaje gris y lluvioso que había del lado de afuera por la ventana de cristal a mi lado, yo jugaba con el cañudo del milkshake prácticamente intacto, sintiendo un mal humor gigante gritando dentro de mí. Mi estómago demostraba hambre, pero yo no tenía ganas ni capacidad para comer o beber algo. Con un codo apoyado en la mesa y la cabeza apoyada en la mano, mientras la otra se distraía con el vaso, yo mantenía mi mandíbula tensa, sin notar al ser que se estaba acercando lentamente.

Vi a alguien sentarse en la silla delante de mí, y sin necesitar mover mis globos oculares, reconocí a la persona como Valentina Carvajal. La falta de sexo daba en persecución desesperada, eso tenía que ser. Sin decir nada, ella me miró, con las manos en el regazo y una sonrisita insoportable. Incomodada con la presencia de ella, desvíe mi mirada de las gotas de lluvia que se deslizaban por el cristal de la ventana hasta encontrar la suya.

- ¿Perdió algo? - murmuré, sin mover nada más allá de mis músculos faciales. Valentina continuó con su sonrisita divertida antes de levantar una de sus manos sobre la mesa, cerrada en un puño, y responder:

- No, pero creo que tú sí.

Fruncí el ceño, sin entender, y ella abrió la mano, dejando una cosa rosa clara anclada de una pequeña corriente plateada entre sus dedos pulgar e indicador unidos. Mi llavero.

Sentí que mis ojos se me aguaron y mi barbilla caía en la hora en que vi a la bailarina balanceándose levemente en frente de mí. Inmediatamente, se la arranqué de la mano, sosteniéndola con firmeza mientras la observaba por unos segundos, y luego la puse dentro de la mochila.

- Lo tenías tú todo este tiempo. - murmuré, muriendo de rabia, cuando volvía a mirarla. - ¿Por qué no me lo devolviste cuando supiste de quién era?

- Tu creatividad me conmueve, Valdés. - dijo, riéndose de mi cara. - ¿Para qué querría quedarme con tu llavero? Fue Reid que lo encontró y sólo me lo dio ahora, así que he venido a devolvértelo.

Seguí mirándola, sin saber si le creía o no. Yo preferí no ocupar mi mente con ese asunto, ya estaba todo resuelto, mi llavero estaba conmigo de nuevo y poco me importa si ella estaba diciendo la verdad o no. Ella era una imbécil de marca mayor y estar siendo sincera no la haría menos despreciable.

- Gracias, si eso era lo que querías. - gruñí, volviendo a mirar el paisaje de afuera. ¿Qué estado había alcanzado?, era capaz hasta de agradecerla para verla lejos de mí.

- Quiero mucho más de ti. - escuché a la profesora Carvajal murmurar, con los ojos clavados en mí. - Sé que mi turno llegará, y tengo paciencia para esperar.

Sin decir nada, ella se levantó y volvió a sentarse en su mesa junto al profesor Reid, finalmente dejándome a solas con mis pensamientos, y con un odio cada vez mayor hacia ella. Si antes de aquella gira ya estaba decidida a contar todo sobre Carvajal a Esmeralda, ahora no perdería la oportunidad de hacerlo lo más pronto posible.

***

- ¿Cuánto, mamá?

Seis horas y cincuenta y tres minutos. Estaba parada en la puerta de la escuela, casi congelándome de frío, hablando con mi querida y puntual madre al celular. ¿Por qué rayos ella no estaba parada al frente del colegio para llevarme a casa si la porquería de la excursión estaba prevista para acabar a las seis y media? Casi media hora de retraso, muy típico de mamá.

MY BIOLOGY 1 Y 2 (Adaptación Juliantina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora