(Juliana Pov)
Me removí en la cama, aún de ojos cerrados. Me despierto despacio y abrí lentamente los ojos, dejando que la luz del sol los golpeara y provocara una mueca en mi cara. Me paré algunas veces, observando el cuarto vacío, y me asusté al no encontrar a Esmeralda a mi lado. Las sábanas estaban desordenadas donde estaba segura de que encontraría su cuerpo acostado, pero en vez de él, un pequeño papel reposaba.
"Estabas durmiendo tan bien que no quise despertarte. Tuve que irme, necesito llegar antes del almuerzo a NY. Deja las llaves del apartamento en la portería, ¿está bien? ¡Te amo, mi ángel, nos vemos! "
Sonreí involuntariamente con sus palabras, y hundí mi cara en su almohada, aun consiguiendo sentir su perfume. De nuevo iba a visitar a su familia, esta vez para conmemorar su cumpleaños, y dejándome sola el fin de semana. O tal vez ni tan sola.
Bastaron unos segundos con la mente vacía para que todos los acontecimientos de la noche anterior me alcanzaran. Aquel último mes había sido tan torturante para mí... Mi mente había adoptado un estado tan denso de conformación con mi distancia a Valentina que recordar todo lo que habíamos hecho hace unas horas parecía extremadamente surrealista. Un sueño, tal vez, si no hubiera sido tan intenso.
Al principio, sentí mucha rabia de ella, por no comprender mi situación. Necesitaba escoger un rumbo para mi vida, y ella parecía no ver eso. Pero, tan pronto como sentí sus labios en los míos, el calor de su cuerpo me dominaba, su perfume me intoxicaba, fue imposible no ceder a la enorme y gigante nostalgia que mi cuerpo pedía por la suya. Y cuando volví a tener control sobre mí misma, estaba llorando en su hombro, diciendo que la quería conmigo. Un mes de autocontrol arrojados a la basura en una noche... Pero no me arrepentía de nada, a diferencia de lo que pensé. La sensación de culpa parecía extrañamente insignificante ante mi bienestar.
Un calor delicioso emanaba de mi pecho hacia el resto de mi cuerpo; una felicidad exótica, que no pensé que fuera a sentir. Una sonrisita se formó en mi cara al recordar a Valentina llevándome por el apartamento, y al mismo tiempo, una punzada alegre surgió cuando el recuerdo de su beso me vino a la mente. Cierro los ojos con más fuerza, tratando de entender el porqué de toda esa dependencia, pero fue inútil; el recuerdo más intenso de esa noche vino a la superficie, haciendo su voz resonar en mi mente e imposibilitándome pensar en cualquier otra cosa.
"Yo te amo, Juliana."
Me gire de barriga hacia arriba, soltando un suspiro y mirando el techo claro vagamente. Ella me amaba. Valentina Carvajal había dicho que me amaba. ¿Y yo? ¿La amaba? ¿O eso era sólo una atracción momentánea? ¿Por qué me sentía tan leve y feliz al pensar en ella? ¿Por qué mi corazón golpeaba de esta manera apresurada al ver su rostro en mi mente?
¿Tal vez también la amaba? No, no podría ser. ¡La conocía! Es decir, no sabía nada sobre su vida, no sabía su color favorito, su banda favorita, su comida favorita... Todo lo que sabía era que... Bueno, que ella me amaba. Y mi corazón estaba loco para corresponder ese sentimiento, por más que mi mente construyera obstáculos para eso.
Miré instintivamente al reloj de cabecera, aún con la mente lejos de aquí: 12: 57hrs. Cuando saqué los ojos a la hora, me acordé de mi compromiso con Valentina, y algo de repente empezó a hacer cosquillas en mi vientre. Dios mío. La vería de nuevo hoy, de aquí a una hora, más específicamente. Una hora que de repente me pareció un milenio.
Respiré profundamente, sintiéndome involuntariamente ansiosa, y decidí levantarme. Arregle rápidamente la cama, agitada, y dejé el papel de Esmeralda sobre ella, para responder antes de salir. Fui directo al baño a tomarme un buen baño y hacer mi higiene matinal, aprovechando para prevenirme. Una media hora después, cuando terminé, me vestí con algunas ropas íntimas que había dejado en la casa de Esmeralda (las mejores que tenía, dígase de paso). Me puse una camiseta vieja de ella por encima, la que siempre usaba cuando dormía aquí, amarre mis cabellos mojados en una coleta desarreglada y fui a la cocina, muerta de hambre. Había algunos panfletos de restaurantes sobre la mesa, probablemente colocados aquí por Esmeralda, y no pude dejar de agradecerla mentalmente al deducirlo. Llamé a uno de los restaurantes y pedí mi almuerzo con todo lo que tenía derecho. Que se gane el régimen, tenía hambre. Y algo me decía que iba a necesitar energías para éste día.
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MY BIOLOGY 1 Y 2 (Adaptación Juliantina)
Teen Fiction¿Qué haces cuando te vez envuelta con tu profesora de biología, pero te sientes terriblemente atraída por tu insoportable profesora de laboratorio?. Juliana no esperaba los cambios de su último año en el colegio y ni que sus pensamientos serían tom...