Capítulo 26

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Fruncí el ceño, sintiendo mis ojos reclamar aun estando cerrados. Dejé que mis párpados se abrieran por milímetros, y la fuerte luz del sol golpeó mis ojos, haciéndome gemir bajito y cerrar los ojos nuevamente. Debería haber cerrado las cortinas en algún momento de la noche anterior; no que fueran impedir que los rayos solares me perturbaran, pero al menos ayudarían un poco.

Probablemente, estaba demasiado ocupada para pensar en detalles como ese.

Tomé valor y abrí de nuevo los ojos, muy despacio y parpadeando algunas veces para adaptar mis pupilas. Me sentí un poco más cómoda esta vez; respiré profundamente, estirándome y recibiendo la respuesta perezosa de mis músculos. Ellos habían trabajado bastante en las últimas horas y no querían moverse, pero los obligué a estirarse por unos segundos, en un intento fallido de despertar. Estaba muerta, exhausta, agotada, y la culpable por eso dormía hecha piedra a mi lado.

Y cuando la vi, enterrada sobre la almohada, una sonrisa perezosa surgió en mi cara. Nunca la había visto durmiendo, e inmediatamente me sentí injustificada. Ella ya me había visto dormir una vez, y puedo asegurar que la visión no fuera de las más agradables. Ella... Parecía una escultura de un ángel que había ganado vida, y resonaba tranquilamente, con el rostro tranquilo a pocos centímetros de la mía. Tuve la ligera impresión de que sería capaz de observarla por el resto de mi vida.

Su nariz por poco tocaba la mía, y su pelo, por más desordenado que yo le hubiera dejado, parecía haber sido arreglado durante el sueño, volviendo a su estado despojado y hermoso de siempre. Sus labios estaban cerrados en una línea recta y fina, y su pecho desnudo subía y bajaba conforme a su respiración tranquila. Su mano todavía reposaba en mi cintura, como estaba desde que caí en el sueño, y nuestras piernas estaban nuevamente entrelazadas, permitiéndome tratar de calentar sus pies helados. Mi corazón latía acelerado a cada detalle que observaba, y la sonrisa insistía en permanecer, haciéndome sentir una idiota.

Una idiota apasionada.

De alguna manera, sabía que crecía cada segundo, silenciosamente como siempre, y enrollaba una cuerda invisible alrededor de mi cuello, listo para ahorcarme cuando menos esperaba, y así me rendiría por completo. Suspiré profundamente, sintiendo la sonrisa que se desvanecía de mi cara, y mirando sus pestañas, deseando encontrar los ojos de mirándome de vuelta. Quién sabe si así pudiera apartar todos estos conflictos de mi mente y simplemente perderme en el brillo de sus ojos... Escondiéndome en mi refugio más que perfecto.

No sé por cuánto tiempo sólo observé los rasgos tranquilos de su cara, sin poder sonreír. Las innumerables voces dentro de mi cabeza, hablando incesantemente sobre todos los recientes acontecimientos, me dejaba demasiado confusa para realmente sentir algo y manifestar este sentimiento. Sólo cuando un ruido familiar rompió el silencio de la habitación, me desperté de mis reflexiones, y de repente me quedé alerta.

El sonido se parecía a las llaves balanceándose en la sala, y había venido del piso de abajo. Más específicamente de la puerta de entrada.

Y fue entonces que finalmente entendí lo que significaba.

Mamá había llegado.

Mis ojos se abrieron instantáneamente, aún fijos en el rostro de Valentina, casi inmóvil a mi lado. A la vez, la imagen de mamá sorprendiéndonos me vino a la mente, y mi garganta se cerró en pánico. Miré a la puerta entreabierta de mi cuarto y gracias a Dios mi impulso aterrorizado fue más rápido que mi conciencia.

Me levanté con cierto esfuerzo, ya que Valentina se resistía inconscientemente a mis intentos de liberarme de su abrazo, y corrí silenciosamente hasta la puerta, cerrándola con cuidado para no hacer ruido.

MY BIOLOGY 1 Y 2 (Adaptación Juliantina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora