TWO PIECES | MICHAENTINA

Capítulo 42

Tres meses después.

Habían transcurrido ya tres meses desde aquel día en donde me enfrenté a Roberto; ya no podía decirle papá porque no lo era, en donde le dije que no iba a poder pegarme nunca más, en ese momento me sentí una valiente pero después quise morirme porque no sabía que pasaría en los próximos días o semanas o meses; para mi sorpresa Roberto dejó de pegarme o al menos dejó de hacerlo brutalmente, sus gritos y maltratos psicológicos seguían pero sus golpes físicos se habían terminado, y sinceramente me sentía muy bien al respecto. No sé qué fue lo que hizo que cambie de opinión o qué fue lo qué pasó por su cabeza cuando le lancé todo aquello que le había dicho ese día, supongo que sintió algo de culpa, no lo sabía.

Por otro lado Mónica quiso acercarse, de cierta manera a mí y no la dejé, lo intentó muchas veces y no funcionó, realmente no necesitaba su perdón, ni tampoco su cariño a esta altura de mi vida, habían pasado dieciocho años desde que nací y no puedo hacer como si nada hubiera sucedido, como si ella no fuera, en cierto punto, cómplice de él; siempre sería familia, siempre sería mi mamá por la sangre que compartíamos pero nunca ocuparía ese lugar de madre ejemplar que todos tienen de sus madres, la mía no era así, mi mamá era simplemente ella, y yo era yo, íbamos por caminos distintos y no ella no tenía nada que pudiera darme para poder continuar. Quizás sí, hablábamos un poco más pero no mucho más allá de algún que otro saludo y un "cómo te fue en el colegio", las cosas importantes, mis problemas y alegrías se las seguía contando a Victoria, la que siempre había estado ahí para mí sin importar qué pase, siempre estaría a mi lado y eso lo tenía muy por sabido.

Hablando de Victoria, después de insistirle muchas veces y hasta suplicarle se había ido a vivir con su novio a un departamento muy cerca de acá de casa, ya hacía dos meses que vivían juntos y yo no podía estar más feliz por ella; se la notaba plena, feliz y animada. De vez en cuando la iba a visitar y merendábamos juntas o a veces me invitaba a cenar y me daba hospedaje en su departamento. Sabía que más allá de que ella viviera en otro lado siempre que la necesite para hablar estaría para mí, sea la hora que sea, sin importar qué; mi hermana fue (es) como mi mamá, estuvo conmigo desde la primera vez que me caí de la bicicleta hasta el día en que le conté que había tenido mi primera vez con mi novio, pasamos por todo juntas: risas, peleas, chismes, llantos muchos llantos pero más allá de eso siempre nos tendríamos una a la otra; fue mi sostén durante todos mis dieciocho años y lo seguiría siendo por mucho más, me atrevo a decir que durante toda mi vida.

Y ya que lo nombré a mi novio vamos a proseguir a contar cómo estaba con él, la verdad es que habíamos cortado, ¿Se la creyeron eh? Mentira, estábamos mejor que nunca; ya hacían unos cinco meses que estábamos juntos que, para mí fueron una vida entera porque la cantidad de cosas que nosotros pasamos durante estemos meses fueron muchísimas, no me alcanzaría ni un día completo para contar todo. Mike además de ser mi novio era mi compañero, mi mejor amigo, esa persona por la que siempre esperé, escucha mis problemas pero también mis chismes, aguanta mis llantos y mis risas, me abraza cuando lo necesito y cuando se tiene que enojar conmigo, lo hace, es esa persona que puede hacerme pasar del llanto a la risa en un micro segundo, y sí, era la persona a quién yo me había entregado por completo por primera vez, a quien le dije "te amo" por primera vez; el me completaba, me hacía sentir plena, me generaba esa paz que siempre necesité. Mike era uno de los seres humanos más lindos que yo había conocido en mi vida, él fue quien me enseñó y mostró que no todos los hombres son como la figura paterna que yo conocía, que muchos te pueden hacer sonreír y ser feliz al mismo tiempo.
Obvio que en estos tres meses tuvimos nuestros momentos malos, discusiones y peleas sin sentido, él me hacía la ley del hielo y yo, orgullosa no le iba a hablar hasta que uno de los cedía, a veces era él, a veces yo; nos dijimos muchas veces más te amo e hicimos el amor muchísimas veces más también. Uno de los recuerdos más lindos que había pasado era su cumpleaños.