Capítulo 17

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Nos encontrábamos sentamos debajo de un árbol, él apoyaba su espalda en este y yo estaba apoyada sobre su pecho, sentada entre sus piernas. Nunca creí que me sentiría tan plena y tan feliz en un lugar así y mucho menos con Mike.

No habíamos dicho mucho más después del beso pero creo que tampoco había nada para decir. Los dos sabíamos perfectamente lo que el otro pensaba en este momento y no había necesidad de expresarlo con palabras.

La brisa del viento chocaba contra nuestros rostros. Mechones de mi pelo se volaban y alborotaban por este. De pronto sentí un escalofrío, de esos que te recorren todo el cuerpo y se me puso la piel de gallina, y ahí fue donde caí en la realidad y en que la felicidad para mí no dura mucho.

- ¿Tienes frío bonita? - me preguntó Mike, porque había notado mi temblequeo –

- Un poco pero ya se me va a pasar. Es que acá debajo del árbol se siente más el viento.

- ¿Quieres que regresemos a la casa? Además supongo que la comida ya estará.

- Si queres, vamos.

- Lo que tú prefieras.

- Bueno, un ratito más. - dije y lo miré sonriendo –

- Está bien. - le sonreí - ¿Te sucede algo?

- No, nada. Bueno, sí.

- ¿Sí o no?

- Si, pero la verdad es que es difícil de explicar. Nunca había estado así con nadie y es raro.

- Bueno pues no tiene por qué parecerte raro. - me dijo - Estamos juntos y eso es normal.

- Si, lo sé, pero - dije pensativa - digamos que en mi vida lo momentos felices no duran mucho y realmente quiero que este si lo haga. Quiero que dure para siempre, pero es imposible y más cuando a mi papá no le gustan este tipo de cosas.

- Bueno si quieres puedo presentarme delante de él como tu novio. - dijo con firmeza –

- ¿QUÉ? - dije casi en un grito - No, no, no, no hace falta. - mi corazón latía fuertísimo –

- Hey, ni que hubiera dicho que mataría a alguien.

- Sí, no. Es que no. Las formalidades y eso de novios no le gusta - revolee los ojos - sigue pensando que tengo cinco años pero bueno.

- Tu momento feliz durará - me dijo, mirándome a los ojos - te lo prometo.

- No hay que hacer promesas que quizás no cumplirás.

- Claro que lo haré.  – me dijo entrelazando los dedos de su mano con los míos –

- Lo decís ahora pero mañana se te pasará. - dije en un tono triste –

- Claro que no. - dijo - Hey - tomó mi mentón haciendo que lo mire - Eso no pasará. Te quiero muchísimo y estoy feliz de que estemos aquí, los dos, juntos. Y mañana estaré feliz también pero en mi cuarto - reímos - soy feliz a tu lado y no quiero que eso cambie nunca.

- Te quiero mucho Mike. - y le planté un beso corto en sus labios –

- Te quiero más. - me rodeó con sus brazos aún más fuerte -

Nos encontrábamos almorzando. Su madre había hecho comida mexicana, que por cierto nunca había comido, y estaba riquísima.
Me sentía plena, en paz, pero no duraría para siempre. Mañana todo volvería a ser normal, estoy segura. Las cosas no cambiarían de un día para el otro y lo tenía bastante asumido.

- ¿Esta rico el almuerzo? - preguntó la madre de Mike -

- Muy rico. - dije –

- Pues claro, aprendió del mejor. - dijo Mike y todos reímos –

TWO PIECES | MICHAENTINA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora