Capítulo 32

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"¿Y ahora quién te va a salvar?" Me dijo en un grito cuando abrió la puerta, por no decir que casi la destroza en pedazos. "¡Así que ahora andas con noviecitos!" gritaba descontrolado; estaba sentada en el suelo, contra la cama, tapándome los oídos para tratar de amortiguar sus gritos; "¿Con cuántos te acostas, eh, putita?" "¡Dale mírame a la cara!" gritaba, mientras pateaba cosas que encontraba a su paso, muy descontrolado; sentía que mi corazón se estaba a punto de salir, me ahogaba en ese pequeño cuarto; "¡Sos una arrastrada, resultaste ser todo lo que yo pensaba!", "¡¿Pensaste qué no me iba a enterar? ¿Te pensas que yo soy idiota?!" y llegó su primer golpe, me tomó del pelo y me empujó contra el mueble de repisas, "¡Dale, estoy esperando que me respondas, estúpida!"; cada una de sus palabras me llegaban a lo lejos, como si estuviera gritando desde un lugar lejano pero resulta que estaba a centímetros míos; me agarró del brazo y me tiró contra el suelo, sus patadas comenzaron a darme en la parte de las costillas, estaba segura que alguna de estas ya estaba rota; "¡Sos una puta ¿Te pensaste que él te iba a salvar?! Ja, por favor, sos una pelotuda" me gritaba, y sus puños comenzaron a golpearme en la cara; estaba realmente muy enojado, sus gritos resonaban por todo el cuarto y yo en lo único que podía pensar era en que termine desmayándome para que se cansara de pegarme y se fuera; "¡No te va a salvar nadie Valentina, nadie!", "¡Vas a morir acá y sola, por ser una arrastrada y una puta cualquiera!" seguía gritando; yo ya no podía oírlo más, mi mente estaba en otro lugar lejos de este, me concentré en la voz de Mike cantándome yo quisiera, sonriéndome, abrazados; "¡Puta, sos una puta!" y de repente sentí que algo me picó en el cuerpo; "¡Hija de puta!" y nuevamente algo me picó en el cuerpo, y pude confirmar que era su cinto, me estaba pegando con el cinto, nunca antes lo había hecho pero siempre con él había una primera vez para todo; "¡Vivís en mi casa, te doy de comer, te visto y así me pagas!", "¡Hija de puta!", el cinto seguía dándome contra el cuerpo, costillas, abdomen, espalda, piernas; ya no podía distinguir absolutamente nada, en una de esas veces la hebilla del cinturón se enganchó en mi piel y la rasgó, una, dos, tres, cuatro, cinco veces; "¡Así vas a aprender a respetarme!" seguía gritándome desaforado, estaba desquiciado; quería gritarle, quería pedirle que por favor parara pero no me salían las palabras, no tenía las fuerzas suficientes para decir nada, no estaba lista para gritar, no podía moverme de la posición en donde me encontraba; tirada en el piso, hecha un bollito, tapándome los oídos a modo de protección; se detuvo unos minutos, pensé que había parado pero no, solo respiró para volver a seguir pegándome.

No sabía cuánto tiempo había pasado desde que Roberto había entrado en mi cuarto para pegarme y gritarme, pero el necesario para que tuviera que sacar fuerzas de un lugar que no sabía que tenía para gritarle que parara.

- ¡Por favor, basta! – le grité mientras seguía tirada en el piso - ¡Por favor papá!

- ¿Ahora pedís por favor? – me preguntó en un tono irónico –

- ¡Me vas a matar! ¡Por favor! – suplicaba –

- Te voy a hacer un favor si te mato. – me confesó –

- Voy a hacer todo lo que me digas, pero por favor pará – le grité –

- ¡No voy a parar nada! ¡Nada! – gritaba y su cinto volvió a chocar contra mi cuerpo –

- ¡Basta!

- Grita todo lo que quieras, acá no te va a escuchar nadie. ¿Acaso pensaste qué tu hermanita te iba a venir a ayudar? Ja, que ingenua. – me dijo –

- Por favor. – le supliqué llorando –

- ¡Sos una puta! Te mereces esto y todo lo que yo quiera hacerte.

TWO PIECES | MICHAENTINA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora