Capítulo 24

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Estábamos llegando al colegio después de la noche que habíamos pasado. Me costó convencer a Mía de no hacer nada, de no contar nada pero al fin lo había logrado. Nos encontrábamos en la puerta a punto de entrar cuando vemos llegar a las chicas, se nos acercan y las saludamos.

- Hey boluda – le dice Carla a Mía - ¿Qué te pasa?

- Nada ¿Por?

- Tenes una cara de

- Sí, de orto – dijo Pilar - ¿Dormiste bien?

- Sí. No me jodan. – les dijo ella –

- Tuvo una noche de mierda, mejor no la jodamos – les dije yo - ¿Qué onda ustedes?

- Paja, encima no sé nada para la prueba de hoy. – agregó Carla –

- Same. – dije yo –

- No te creo nada. – dijo Pilar – Decís que no sabes nada y después clavas tremendo diez.

- Callate estúpida. – le dije riendo – Real no estudié casi nada.

- Ah, pero casi nada dijiste. – dijo ella – Yo no sé nada, literal.

- Deja de quejarte boluda – le dijo Mía – ¿No te das cuenta que desaprobar no es nada, hay cosas más importantes?

- ¿Qué te pasa Mía? – le preguntó Carla de mala manera –

- Me pasa que son todas unas superficiales del orto.

- ¡Mía! – le grité, mientras la fulminaba con la mirada – Basta.

- No, no – dijo Pilar – Dejala que nos diga que piensa.

- Basta, se terminó. No vamos a discutir por tremenda estupidez. – les dije – Y vos Mía calmate un poco.

- Ah claro, yo me tengo que calmar, son ellas las que están hablando pavadas. ¡Me cansé! – nos dijo y entró directo al colegio –

- ¿Qué le pasa? – preguntó Pilar – Nunca la vi así tan enojada o con este mal humor de mierda. – decía mientras entrábamos al colegio –

- Tuvo una noche de mierda. – les dije – Vieron que si no duerme bien al otro día tiene un humor del orto.

- Sí – dijo Carla – Lo sabemos, bastante humor de mierda tiene hoy.

- Por eso, mejor no la jodamos. – les dije – Bastante ya tengo con las pruebas que tenemos hoy. – dije sin importancia y terminamos de entrar al aula –

Mía estaba sentada en el lugar donde siempre nos sentábamos. Esta vez ella se sentó del lado de la ventana, no era un buen día para hablarle y mucho menos para discutirle algo. Me senté a su lado. "Mía ¿Qué te pasa?" le pregunté en voz baja; "No me jodas Valentina" me dijo. Pocas veces en la vida me decía por mi nombre completo, cuando lo hacía era porque estaba realmente enojada.

La verdad era que no podía juzgarla porque no sabía todo el proceso que ella estaba haciendo por dentro desde que le conté cosas que nunca le había contado; la notaba apagada, sin ganas, malhumorada y con culpa. Eso era lo peor que sabía que se sentía culpable por todo lo que yo pasaba e iba a ser muy difícil sacarle ese chip de la cabeza. Mía era de esas personas que no te dicen 'te quiero' todo el tiempo, ni de las que te abrazan siempre o son cariñosas; Mía te demostraba su amor o cariño hacia vos de otra manera, ella es la primera en escucharte cuando estas mal o tenes un problema; es la primera en estar ahí cuando necesitas algo; es la primera en putearte cuando haces algo mal; es la primera en decirte todo lo que necesitas escuchar por más doloroso que sea; es la primera en putear y odiar a quién haya que putear y odiar porque hizo algo que te lastimó; es la primera en sentirse culpable por algo que te pasó por más que no tenga nada que ver; es la primera en ir al frente por vos si es necesario; es la primera en decirte cuánto te quiere en el momento justo; y es la primera en hacerte sonreír cuando lo único que queres hacer es revolear y romper cosas.

TWO PIECES | MICHAENTINA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora