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A la mañana siguiente lo último que me apetecía era levantarme de la cama, aunque mi padre vino a verme unas cuantas veces e insistió en que quería que me curara los rasguños de los pies. Le gruñí que tenía resaca y, al final, tuvo que irse a trabajar. No quería moverme de la cama porque tendría que dar muchas explicaciones y pedirlas, por lo que me limité a contemplar el techo un rato, imaginándome algunas tonterías. La luz se filtraba por la ventana y me di cuenta de que ese día haría bastante calor.

Sonó mi teléfono.

Era un mensaje de Ethan.

Ethan: Anoche ibas muy guapa ;).

No supe qué decir exactamente. Si él supiera que la falda había terminado hecha un asco y la blusa llena de manchas -por no hablar de los tacones...-. Era una lástima, me los había regalado mi madre cuando cumplí los diecisiete, y no los había usado hasta la fecha, por lo que perderlos el día de su estreno era algo de lo que no se enteraría nunca.

Mia: Gracias.

Era lo más soso que había dicho en mi vida.

Me metí en la bañera cuando estuvo llena. Necesitaba un rato de descanso de todo. Habían pasado muchas cosas en muy pocos días. Me había separado de mi madre -con la cual hacía dos días que no hablaba, por cierto- me había metido en diferentes fiestas, había conocido a Logan y a Ethan, además de a todos sus amigos... No dejaba de preguntarme qué habría entre ellos para que los dos quisieran que no me acercara al otro. Los dos alegando que el otro era peligroso. La cuestión era, ¿cuál de ellos era más de fiar? ¿Ethan o Logan?

Con Ethan no había tenido demasiado contacto, aunque el poco que había tenido me había dado una buena impresión; era un buen chico y me daba la impresión de que podíamos llegar a ser amigos. O algo más. Era extraño imaginarme a mí misma con alguien que fuera más que un amigo. En mi vida había tenido un novio mucho mayor que yo, y no sabía cómo sentirme al respecto, pero sabía que siempre había tenido algo de miedo a cualquier situación comprometedora; por eso nunca había tenido demasiados amigos.

Odiaba deber nada a nadie, y el compromiso en general era el deber amor a otra persona, ¿No?

Bueno, lo cierto era que no tenía ni idea.

En cuanto a Logan... Ese era un tema aparte. No lo soportaba, y nunca me había ocurrido eso con alguien aparte de con las chicas que secreían populares de mi instituto y algunos amiguitos suyos. Pero con Logan era distinto. Aunque hubiera ocasiones en las que deseara aplastarle la cabeza contra la pared, en otras podía incluso caerme bien. Eran momentos en que veía que realmente no era tan malo como parecía, como en el ascensor, cuando había estado a punto de darle un ataque de pánico, o en el bosque, cuando se había preocupado porque estuviera bien. El problema era que esos momentos eran tan escasos que apenas podía considerarlos.

Salí de la bañera envuelta en una toalla y fui a mi habitación. No tenía nada que hacer ese día, así que sólo cogí mi móvil y lo miré, tumbada en la cama. Tenía dos mensajes de Ethan.

Ethan: Quise venir a hablar contigo, pero no me dio tiempo.

Ethan: Quiero verte.

Me quedé mirando el teléfono, preguntándome qué sería lo correcto, y, tras minutos de cavilación, me decidí a teclear:

Yo: No hay nadie en mi casa, puedes pasar a verme.

Si Logan no me daba respuestas, quizás debía buscarlas en otro lado, ¿no?

Apenas unos segundos más tarde, recibí otro mensaje.

Ethan:En diez minutos estaré ahí.

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