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Cómo duele...

Me sentía como si algo estuviera presionando la parte posterior de mi cabeza. Un dolor agudo que parecía partirme el cráneo en dos. Oh, mierda, dolía. Mucho. Intenté llevarme las manos a la cabeza. Pero algo me lo impidió.

Un momento.

Abrí los ojos de golpe y me intenté enderezar, pero no podía. Estaba sentada sobre una silla y mis manos estaban atadas en los reposabrazos con cuerdas dobles. Contemplé mis muñecas con horror, estaban llenas de quemaduras y roces provocados por tirar de mis ataduras con fuerza. Pero lo peor era la cabeza. Me dolía como si alguien estuviera golpeando una y otra vez el mismo punto con un objeto punzante. Se me ocurrió que quizás sí me habían golpeado con algo punzante antes de que me quedara inconsciente.

—Mira quién se ha despertado —anunció una voz encima de mí.

Levanté la cabeza cuando alguien me cogió con brusqueza del mentón y sentí que la silla temblaba peligrosamente cuando recibí un golpe con el dorso de una mano grande. Contuve el aliento, soportando el golpe, ya que no lo había visto venir. Absorbí el dolor, que no era nada en comparación con el de la cabeza, y miré al que me había golpeado. Era Ethan.

—Esto es por destrozarme el coche, zorra —me espetó.

Lo miré con mi más ácida mirada y me pregunté si era posible librarme de las cuerdas y lanzarme sobre él como un puma cabreado.

—Dámelo —exigió.

—¿El qué? —mi voz sonó grave, tenía la garganta seca. No parecía yo.

—No te hagas la tonta, y dámelo —gruñó.

Fruncí el ceño cuando cogió el respaldo de mi silla y tiró hacia atrás, sosteniéndome sólo por las patas traseras. Tragué saliva. Su mirada oscura parecía aterradora. Me obligué a mí misma a sostenérsela.

—Dá-me-lo.

—¿No entiendes que yo no tengo nada tuyo? —le gruñí.

—Muy bien —Ethan soltó la silla con poco cuidado y quedé sobre las cuatro patas, tambaleándome—. Lo he intentado por las buenas. Tú lo has querido por las malas.

Enarqué una ceja, sin dejarme intimidar.

—¡Traedlo!

Escuché un golpe sordo y giré la cabeza como pude,mirando sobre mi hombro como tres figuras salían de la sala contigua. Solo había una bombilla alumbrando en la que estábamos Ethan y yo. Parecía una salón abandonado, sin muebles, lleno de polvo. Observé las tres figuras, las cuales no pude reconocer hasta que estuvieron a unos pocos metros. Ben y Aiden. Ambos sujetaban por los brazos a la tercera figura.

Me quedé paralizada.

Logan estaba bien, ni un solo golpe, pero estaba luchando como podía para librarse de los dos chicos que lo tenían. Ben ejercía presión en su cabeza para mantenerla agachada, y entre Ethan y ellos dos consiguieron sentarlo en una silla idéntica a la mía y atarlo con dos tiras de cuerdas. Él gruñó e intentó soltarse, pero fue inútil.

—Te veo muy bien, compañero —sonrió Ethan ampliamente.

—Tienes suerte de que esté atado —gruñó Logan, mirándolo con furia.

Me fijé en que tenía ojeras y la ropa estaba arrugada y sucia. ¿Y si había estado ahí durante esos días? ¿Podía ser? ¿Por eso no contestaba mis mensajes ni se presentaba en suhabitación? Lo miré mejor.

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