—Si me dieran un dólar cada vez que me imagino la escena, sería rica —rió Sophia, golpeándome el trasero con un paño.
Le saqué la lengua. Desde que le había contado que Logan casi me besa, se había reído de lo roja que me había puesto. Y eso que yo no solía ponerme roja por tonterías.
Seguí con mi turno, y me di cuenta de que ese día sí trabajaría hasta la una, y que probablemente Ethan y sus amigos aparecieran. Solo acordarme de que Logan casi había ido hacia ellos solo... Anoche había mirado después por la ventana en mi habitación y había confirmado mis sospechas; ahí estaban todos, esperándolo. No podía creer que Ethan fuera capaz de algo como eso. Cuando lo había conocido me había parecido tan... tierno.
Y ahora me daba miedo.
Y, aunque no me gustara admitirlo, me daban más miedo los planes que podía tener con Logan que los que tenía conmigo.
Atendí mis mesas sin dejar de mirar la hora por encima de mi hombro, quería estar segura de qué hora era para prepararme mentalmente para enfrentarme a Ethan y a los imbéciles de sus amigos. Mi cuerpo se fue tensando a medida que llegaba la hora. La última vez había estado Logan ahí y no me había dado tanto miedo que pudieran aparecer. No sabía qué estaría haciendo en esos momentos, pero no podía exigirle que fuera ahí por mí.
Logan, Logan, Logan, Logan.
Tenía que sacarlo de mi cabeza, empezaba a ser enfermizo.
Justo cuando tenía la esperanza de que no aparecieran, escuché la campana de la entrada y levanté la cabeza inconscientemente. Lo primero que vi fue una mata de pelo rubio y, seguido, una sonrisa encantadora que habría cautivado a cualquier chica, pero que a mí me puso los pelos de punta. Sentí ganas de salir corriendo cuando se sentaron en su mesa habitual y me hicieron una seña para que fuera a atenderles. Vi que Sophia me miraba fijamente desde la barra, preocupada, y señaló su móvil. Vi que formulaba Logan con la boca, pero negué enseguida con la cabeza. No quería llamar a Logan por el simple hecho de que ellos hubieran venido a tomar unas copas. Me acerqué a su mesa con la barbilla en alto.
—¡Pero, mira a quién tenemos aquí! —exclamó Ben—. Mi camarera favorita. El perro de Hall.
—La perra, dirás —corrigió Aiden, riendo.
Todos estallaron en carcajadas. Tuve que morderme la lengua para no responder.
—¿Lo de siempre? —pregunté, con brusqueza.
—Tráenos lo que quieras, preciosa —dijo Ben, inclinándose sobre mí.
Me fui antes de que la conversación fuera a más. Cogí sus bebidas tomándome más tiempo del necesario y me dirigí a su mesa bajo la atenta mirada de Sophia, que no dejaba de preguntarme si quería que avisara a Logan o que ella sirviera la mesa. No, no pensaba demostrarles debilidad. Iba a encargarme de eso sola.
Respiré hondo. En cualquier caso una patada en la entrepierna servía muy bien.
Me acerqué a su mesa y escuché que hablaban de una chica que se había acostado con Aiden la noche anterior. Era repugnante. Se contaban cómo lo habían hecho, ¿a quién le importaba eso? Qué asco. Retiré mi mano, deseando irme, pero sentí la mano de alguien cerrarse alrededor de mi muñeca. Era Ben.
—¿Por qué no te pones tú en la bandeja? —sugirió con una sonrisa. Supongo que un intento patético de sonar seductor.
—Sí, desnuda —contribuyó Douglas.
—Suéltame —exigí, tirando de mi brazo.
—Oh, vamos, sólo queremos saber qué es lo que protege tan bien el bueno de Hall —me sonrió Aiden—. Ven con nosotros, te lo pasarás genial.
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Essence
RomanceMia Brenan conocía muy bien el amor, o al menos eso creía. Lo tenía todo bajo control. Por eso, un verano en casa de su padre cuando acababa de matricularse era lo más inesperado para ella. Durante todo un verano pueden pasar muchas cosas; conoces a...