No sabía por qué lo había hecho. Simplemente, algo dentro de mí quería estar ahí para apoyar a Logan, no quería que se enfrentara solo a una situación así. ¿Era posible que me hubiera encariñado del idiota?
No. Claro que no.
Se detuvo delante de su puerta y me miró de reojo antes de abrir. Parecía preocupado. Bueno, más bien asustado, como si no quisiera que yo entrara con él, pero por otra parte sí lo deseara.
-Si quieres irte, todavía estás a tiempo.
-No me iré a ninguna parte.
No lo iba a dejar solo. Beth, la cuidadora de su madre, lo había llamado para decirle que su madre había telefoneado a su casa, preguntando cosas sin sentido. Por eso, había avisado enseguida a Logan, para que se hiciera cargo de ella antes de que hiciera alguna tontería.
La casa era igual como recordaba, solo que esa vez no estaba cargando de él para que entrara. El único sonido que se escuchaba era el de nuestros zapatos repiqueteando en la moqueta. Estaba a oscuras, y sentí que la ansiedad por encontrar a Helen iba aumentando a cada paso que daba. Si Logan estaba asustado, no lo demostró en ningún momento. Me guió por un pasillo y abrió una puerta de madera oscura.
Todo en su interior me pareció normal hasta que me di cuenta de que los libros estaban tirados por todas partes, las sábanas vueltas del revés, cubriendo el suelo, papeles por todas partes, el armario abierto de par en par, y una figura en bata buscando dentro frenéticamente. No, no era normal. Era de todo menos eso. Sentí que mi cuerpo quedaba congelado en la puerta, paralizada.
Dios mío.
-Mamá -Logan se acercó a ella rápidamente sin vacilar un solo instante-. Mamá, para.
Helen se detuvo de golpe y se quedó mirando a su hijo fijamente. Había lágrimas por su rostro, como si hubiera estado llorando durante horas. Miró a su hijo aterrorizada, pero cuando lo reconoció se abalanzo sobre él, cogiéndolo de los hombros. Ni siquiera parecía fuera de sí. Sólo parecía una mujer asustada.
-¡Logan, oh, Dios mío! ¡Se ha ido! ¡No la encuentro! ¡Tenemos que...!
-Mamá, no se ha ido nadie a ninguna parte -repuso Logan en voz baja.
-¿Qué? ¡No! ¡La llevo buscando durante horas, pero no aparece! ¿Y si se la han llevado? ¡Tenemos que encontrarla!
-Mamá, nadie se la ha llevado -la cogió por las muñecas con suavidad-. Tienes que respirar hondo, ¿entiendes? Vamos a tranquilizarnos, te voy a dar tu pastilla y vas a poder dormir, ¿vale?
Ella lo miró horrorizada. Parecía que las palabras no entraban en su cabeza. O no quería que lo hicieran. Mientras, yo seguía paralizada en la puerta, mirando la escena sin saber qué hacer.
-Pero... Pero... Emma...
-Mamá -esta vez la voz de Logan sonó un poco más suave, como una caricia. Sentí un escalofrío-. Emma no está, nunca ha estado.
Ella lo miró sin decir nada y vi como, lentamente, sus ojos se iban llenando de lágrimas y empezaba a acelerarse su respiración. No podía ver eso. Helen empezó a llorar en silencio, como si acabara de comprender lo que estaba sucediendo. Miró a su alrededor con la boca abierta y nuevas lágrimas brotaron de sus ojos. Logan la sujetó con más fuerza cuando pareció que le iban a fallar las piernas.
Él se giró hacia mí con la mandíbula apretada y sentí que mi corazón sufría un preocupante pinchazo de piedad por él.
-Mia, necesito que vayas a la cocina y traigas un vaso de agua y las pastillas que hay sobre la encimera.
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Essence
RomanceMia Brenan conocía muy bien el amor, o al menos eso creía. Lo tenía todo bajo control. Por eso, un verano en casa de su padre cuando acababa de matricularse era lo más inesperado para ella. Durante todo un verano pueden pasar muchas cosas; conoces a...