Desperté desorientada, para luego acordarme de que seguía en la cama de Logan. Fruncí el ceño al no encontrar ni rastro de él en la cama, e inspeccioné la habitación en su busca. Estaba completamente vacía. Me incorporé y me dirigí al cuarto de baño para arreglar un poco mi pelo, que parecía de una loca. Cuando logré controlarlo, respiré hondo y salí de la habitación.
El pasillo era similar al de mi casa, y un rico olor inundó mis fosas nasales. Cerré los ojos, inspirando hondo, y me escabullí hasta llegar a la cocina.
Lo primero que vi fue una espalda con la que ya estaba familiarizada, desnuda, bronceada. Unas gotas húmedas cubrían su pelo, que ahora estaba en punta, como si acabara de ducharse. Tan solo llevaba unos pantalones grises de algodón. Estaba cocinando algo en la sartén, y tenía la radio puesta en un canal en el que en esos momentos sonaba una canción desconocida. Me dejé deleitar por los movimientos de sus músculos cada vez que se movía, cómo lo hacía, la manera en que lo hacía... Era demasiado.
—Buenos días —murmuré, aturdida.
Se giró para mirarme con una sonrisa brillante que me derritió.
—Buenos días, nena.
Me dejé caer en una de las sillas y me sorprendí al encontrar plato con un desayuno completo. Sólo para mí. Me relamí los labios cuando él se sentó delante de mí con lo mismo.
—¿Qué hora es? —pregunté, con la boca llena de tostada.
—Las nueve de la mañana —comentó, comiendo distraídamente.
Me di cuenta de que estaba mirando fijamente cómo comía, cómo sus labios abrazaban el tenedor y como su nuez se movía cada vez que tragaba. Dios, estaba mal de la cabeza; incluso eso me parecía sexy.
—Uf, esto estaba delicioso —sonreí cuando terminé mi plato—. No sabía que supieras cocinar.
—Hay muchas cosas de mí que no sabes —sonrió, mientras recogía los platos y los dejaba dentro del fregadero. Después se quedó de pie a mi lado, apoyando una mano en el respaldo de mi silla y la otra en la mesa, de modo que quedó inclinado sobre mí. Tragué saliva—. Deja de mirarme así o voy a tener un serio problema de autocontrol.
—No te estoy mirando de ninguna forma —fingí inocencia mientras mentía descaradamente.
Él enarcó una ceja, divertido. En menos de un segundo estaba sobre su hombro, siendo arrastrada hacia el salón. Cuando quise darme cuenta estaba tumbada en el sofá con él encima de mí. Mi respiración se atrancó al instante.
—Admítelo —dijo con voz ronca—. Admite que me mirabas.
—Jamás.
Sonreí, pero esa sonrisa se convirtió en una carcajada cuando empezó a pasar las manos por mi abdomen, sonriendo maliciosamente. Me retorcí bajo su cuerpo como una desesperada cuando me di cuenta de que estaba haciéndome cosquillas como un poseso. Estaba llorando de la risa.
—¡Para! ¡Para! ¡Cosquillas, no! —empecé a chillar como una histérica.
—No hasta que lo admitas.
Me retorcí tanto que me caí del sofá y él se arrastró conmigo. Empecé a deslizarme sobre la alfombra mientras él se reía y seguía su proceso de tortura. Lo intenté empujar por el pecho, pero no había manera humana de que yo pudiera con un cuerpo que era el doble que el mío.
—¡Vale! ¡Vale! ¡Lo admito! ¡Lo admito!
Las cosquillas cesaron al instante y noté mi respiración acelerada.
—¿Lo ves? No era tan difícil —dijo, él también respirando condificultad.
Me quedé mirándolo unos segundos, y después, sin ser consciente de lo que hacía, lo empujé de manera que estuve sentada a horcajadas sobre él. La sonrisa se borró de su rostro de golpe, y me encontré a mí misma con el corazón en un puño. Pasé la lengua por los labios y recordé que había dicho unos días antes que dejara de hacer eso. Me mordí la lengua interiormente. Su mirada se había oscurecido de golpe.
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Essence
RomanceMia Brenan conocía muy bien el amor, o al menos eso creía. Lo tenía todo bajo control. Por eso, un verano en casa de su padre cuando acababa de matricularse era lo más inesperado para ella. Durante todo un verano pueden pasar muchas cosas; conoces a...