19

15K 1.8K 1.2K
                                    

Desperté esa noche con un extraño cosquilleo en la nuca. Fruncí el ceño, deseando no abrir los ojos, y me di la vuelta sobre sí misma para que el rayo de sol que me estaba dando en la cara diera a mi espalda. Me removí, incómoda porque algo me apretaba la espalda, y sentí el cosquilleo de la nuca justo en mi mejilla.

Un momento.

Abrí los ojos de golpe y me encontré una cara a centímetros de la mía, con pestañas pegadas a los pómulos, expresión relajada, y el estómago subiendo y bajando lentamente. Lo que me estaba provocando ese cosquilleo era, simplemente, su aliento acariciándome con suavidad. Intenté apartarme, pero no me había dado cuenta de que me estaba cogiendo por la cintura y me apretó con fuerza cuando intenté separarme de él.

Entonces, me di cuenta de algo; no estaba en mi cama. Esas no eran mis sábanas, ni mis paredes, ni mis muebles, ni siquiera mi colcha. Había pósters en las paredes de grupos que no conocía, y un espejo en la pared que nos enfocaba. Me vi a mí misma con mi pijama viejo, pegada al cuerpo de Logan, que dormía plácidamente.

Estaba en su habitación.

¿Qué hora era? Alargué la mano hacia el móvil que había más cerca de mí, que era el suyo, claro. Pulsé el botón y la pantalla se iluminó, enseñándome que eran las diez de la mañana. Menos mal, mi padre todavía no habría llegado, me había dicho que no vendría hasta tarde, para cenar conmigo. Eso me alivió, ya que ese día tenía libre y no tendría que irme a un lugar donde Ethan y sus amigos podían esperar.

Antes de que pudiera apagar de nuevo la pantalla, un mensaje llegó y me salió directamente a la pantalla, para que lo pulsara. Vale, no me importaba, tenía que apagarlo y dejarlo en su lugar.

Pero, ¿y si...?

No, no podía mirar, era cosa de Logan.

Pero, si sólo le echaba una ojeada rápida, nadie sufriría...

No, era una invasión de su intimidad.

Pero, antes de poder contenerme más, me encontré a mí misma abriéndolo, asegurándome de que Logan seguía durmiendo. Casi me dio un infarto cuando respiró hondo y se dio la vuelta, dándomela espalda. Se veía tan tranquilo cuando dormía, como si no fuera capaz de hacer daño a una mosca.

Lástima que se despertara.

Me concentré de nuevo en el mensaje, esperando pacientemente que se abriera. Me mordí el labio cuando mi conciencia me advirtió de que eso no estaba bien, pero no me importó. El mensaje se abrió. Era de un número desconocido, y fruncí el ceño profundamente al leerlo.

Soy yo, llámame. Anoche te fuiste muy deprisa.

¿Qué?

Un pinchazón de celos me cubrió el cuerpo, y volví a dejar el aparato sobre la mesita sin mucho cuidado. Sería idiota. Había dormido conmigo después de verse con una chica. Qué asco. Que... Que... No tenía ni palabras para describirlo. Me aparté de su lado con poco cuidado y me di cuenta de que lo había despertado, porque su respiración suave se cortó de golpe. Se me quedó mirando durante un momento, sin saber qué decir, para después sonreír como si nada pasara. Cruzó los brazos detrás de su cabeza, haciendo que parecieran el doble de grandes de lo que ya eran. Me daba igual. No iba a mirarlo más de lo necesario.

—Buenos días, nena —me saludó, con voz ronca de acabarse de despertar.

—No me llames así —solté, más brusca de lo que pretendía sonar.

No me digné a mirarlo, simplemente me levanté y lo encaré, frunciendo el ceño.

—¿Qué hago aquí? —pregunté.

EssenceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora