31: Aceptar

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...

Nancy se puso de pie con el examen en su mano. Se la entregó al profesor y éste le dijo:

—Vaya a ver a su hermana. Se ha tardado demasiado y ya queda muy poco para terminar el examen.

—¡Si profesor, voy de inmediato!

Salió corriendo, bajó las escaleras y llegó hasta el baño de mujeres.

—¡Margaret!—Agachó su cabeza para ver por debajo y notó los zapatos de su hermana en el tercer baño.

Abrió la puerta y encontró a Margaret agachada, con su rostro pálido a mas no poder, sus ojos cerrados y el cuerpo recargado en la pared que separaba un baño del otro.

—¿¡Hermana que te pasa!?—Ella se agachó y tomó sus mejillas para despertarla.

Margaret abrió sus ojos lentamente y al ver a su hermana se lanzó a los brazos de ella.

—N-No lo se pero... Me siento horrible Nancy. Quiero irme a casa, necesito que me ayudes a que me saquen de aquí.

—¿A casa? ¡Debes ir al doctor, mínimo! Llamaré a Lapis para que venga por ti.

—¡No quiero! Yo puedo irme sola, pero ayudame a salir.

—¡No seas tonta, Margaret! ¡Aquí la única que puede sacarte es nuestra hermana mayor! ¡Además ustedes dos ya llevan mucho rato que no se hablan! ¿Qué demonios está pasando entre tú y Lapis?

Margaret desvió su mirada y no quiso contestar.

—Eso no importa, sólo no quiero verla y ya.—Arrugó sus cejas.—Necesito agua... Me siento deshidratada.

—Está bien. Salgamos de aquí primero ¿O tienes nauseas todavía?

—Por ahora no.—Contestó cabizbaja.

Nancy ayudó a su hermana a levantarse, tomó su brazo y lo puso por detrás de su cuello para ayudarle a caminar. Margaret estaba totalmente mareada, apenas podía seguir los pasos de su hermana menor.

Caminaron a paso lento hasta el pequeño kiosco de su escuela. Nancy le dijo a la tía que le diera agua y ella sin problemas le dio un vaso.

—¿Qué le pasó a mi niña?—Preguntó la señora dueña del kiosco bastante preocupada.

—Está enferma. Acaba de vomitar y pues necesita agua.—Contestó Nancy, ya que su hermana no tenia el ánimo para responder.

Ambas se sentaron en el asiento de al frente. Margaret tomó poco a poco el vaso, su mente estaba desconcertada, pensando mil cosas e ignorando su entorno.

—Hermana... ¿Comiste algo que te cayó mal?

—No lo sé, Nancy. La verdad me vino de repente y ahora me siento débil...

Nancy suspiró y concentró su mirada en el suelo.

—Todo esto de que te estés comportando así de rara ha sido después de que terminaste con Peridot. Quizás tienes depresión... Ó no sé.

—Probablemente...—Margaret omitió decirle del porqué terminaron, porque sabía que se llevaría una sorpresa enorme.

—Bueno. Quieras o no llamaré a Lapis.

Nancy sacó su telefono y marcó a la mayor. Intentó dos veces ya que de seguro estaría en pleno trabajo.

"¿Diga?"

—Hola hermana.

"¿Nancy? ¿Porqué me llamas a esta hora? Aún falta tiempo para salir a almorzar y no puedo dejar que me vean los jefes."

Tres no son multitud? [Lapidot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora