54: Jaula

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Pov Peridot

Una gran parte de mi vida se desprendió luego de ver como se alejaban de mi, no podía ir detrás de ellas porque ya era tarde, la conexión se ha perdido, la única que me mantenía cerca de las Lazulis.

Mi alrededor parecía haberse tornado oscuro, nadie se me hacía familiar lo que me provocaba más ansiedad. Mi madre se acercó y tocó mi hombro, fue en ese entonces que volví a mi realidad.

-Ya estás libre de ellas.

¿Libre? ¿Crees que esto es libertad?

-De ahora en adelante no tendrás que pensar más en ellas hijo, y tu futuro será resplandeciente, tendrás todo lo que quieras porque eres mi heredero.

¿Heredero? ¿De esta jaula dices?

Lo único que pude contestar fue con un movimiento de mi cabeza para asentir, en conjunto a una sonrisa tan forzada que podría llorar ahí mismo.

Mi mamá quiso que fuéramos de paseo para comer algo como si fuera a celebrar lo que había ocurrido, pero me negué y le dije que iría a mi cuarto. Cada paso que daba parecía estar pisando un piso gelatinoso, en cualquier instante perdería el equilibrio, todas esas escenas que vi en aquel momento cuando supe de la verdad.

Entonces yo... no soy padre.

Me detuve en medio camino, frente a las escaleras solo para mirar la pared y pensar mil cosas. Llevé mi mano al pecho porque sentí una punzada al imaginar el rostro de Margaret suplicándole que le creyera.

Pero ya está hecho.

El lazo se ha roto.

Definitivamente no hay más que hacer.

Ahora solo me queda seguir mi propio camino, buscar un lugar mejor y que entiendan quien soy en realidad...

Eso haré.

Tengo que olvidarlo todo.

...

El tiempo se hace eterno aquí, estuve en la cama hasta que me llamaron a cenar, el plato era una lasaña de espinaca, uno de mis platos favoritos, y aún así no tenía ganas de comerlo. Levanté los cubiertos intentando forzarme para alimentarme, pero era imposible... además, aquí no hay nadie más que yo.

Una mesa tan grande que nadie ocupa.

Este lugar es tan espacioso y no lo aprovechan.

Si les dijera a los sirvientes que comieran conmigo para que me hicieran compañía sería un crimen. Le pregunté a la sirvienta que justo estaba pasando por afuera de nuestra sala si alguien más vendría a comer.

-...Creo que vendrá su madre joven Peridot.-Sonrió.

-Ya veo. ¿Puedes llevarme esta comida a mi cuarto? Ahora no tengo hambre y quizás más rato me den ganas.

-Pero su madre podría molestarse joven...

-Descuida, yo le diré a ella que fue orden mía para que no te culpe.

-Está bien joven Peridot, lo haré encantada.-Inclinó su torso hacia mi.

No soy ningún dios para que reaccionen así, y no quiero que me traten de esta forma...

Dejé la comida ahí y regresé a mi habitación, me tiré a la cama a hacer nada, solo miraba el techo y sin darme cuenta ya estaba llorando. Mi garganta se apretó tanto que me tuve que sentar, luego fui al baño solo para lavarme un poco el rosto y mirarme al espejo.

Llevaba puesto un pantalón negro con suspensores, camisa celeste claro remangada y zapatos negros de cuero. Quise desabotonar la camisa poco a poco y así ver mi torso, claramente no hay nada más que el pecho de un chico y torso recto...

Tres no son multitud? [Lapidot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora