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La Hokage permitió a (T/N) marchar sola ese mismo día. Al parecer, Akatsuki no tenía intención en ella por el momento, ya que si hubiese querido, Itachi podría habérsela llevado. Además, como su capacidad de regeneración era bastante buena, su estado de salud se encontraba estable, por lo que no debía preocuparse de si le atacaban bandidos. Por no decir que se encontraba con el chakra completamente lleno, y que sus habilidades resultarían muy peligrosas para un ninja de bajo nivel.

También se llevó comida, agua y dinero, por lo que estaba asegurada. Tampoco tenía prisa por llegar, simplemente andó en un ritmo normal para no agotarse.

Tras unos días llegó a la aldea de las nubes. El sitio resultaba tan familiar, tal y como lo recordaba, que resultó doloroso. Pero, de alguna manera, era un dolor bueno. Se acercó a la oficina del Raikage, y tras picar a la puerta, él le dejó entrar. Le sorprendió verla ahí tan pronto. Sabía que llegaría, pero esperaba que tardase como mínimo uno o dos meses más.

-Siéntate.

Dijo él con educación, pese a ser un hombre de apariencia tosca y voz grave. Ella le hizo caso. Seguidamente, él puso ambas manos en la mesa y agachó el rostro hasta tocar con su frente la madera.

-Lo siento.

Comentó con voz seria, pero (T/N) no llegaba a entender aún el porqué de la disculpa.

-Levanta la cabeza por favor.

Sin duda, aquello le ponía nerviosa, pues ella era una simple chunnin, y él, el mismísimo Raikage, alabado por su enorme fuerza y velocidad, había agachado la cabeza ante ella. Resultaba algo muy incómodo.

-Tomé una mala decisión. Si en vez de tratar de esconderte, te hubiese entrenado desde un principio, lo de tu hermano no habría sucedido.

De corazón, se sentía arrepentido. Claro que resulta muy sencillo saber cuál era la opción correcta una vez ya todo había pasado. Ella suspiró, pues podía imaginarse el gran peso con el que cargaba aquel hombre.

-Está bien, no es tu culpa.

Y finalmente él pudo volver a alzar su rostro. Se aclaró la garganta antes de volver a hablar.

-En realidad, yo era amigo de tu padre.

Eso sí que no se lo esperaba. Principalmente, ese era el motivo principal por el que quiso mantener a la chica escondida, pues sabía cuánto su padre la amaba, y pensó que era la mejor manera de protegerla y mantenerla alejada de las guerras.

-Mañana te presentaré a mi hermano, realizarás la mayor parte de tu entrenamiento con él y con mi mano derecha. Lo siento, mi puesto como Raikage ocupa mucho tiempo.

Explicó de manera concisa. Sí, quería entrenarla él mismo, ver como de fuerte era ella, pero tenía otras responsabilidades. Además, la personalidad de Killer B encajaría muy bien con la de la chica.

-Hoy descansa, pero ten claro que a partir de ahora las cosas se pondrán dificiles.

Fue a comer a un sitio de modesta pero hogareña apariencia. No tuvo prisa. Ya le habían indicado donde se encontraría su nueva casa, pero antes de ir ahí, había un lugar al que debía ir. Tenía el estómago un poco revuelto, por lo que no pidió demasiada comida, y se lo tomó con calma, no queriendo apresurar las cosas.

La mujer encargada del local fue muy amable con ella, logrando transmitirle un poco de paz y tranquilidad.

Finalmente, llegó la hora, y partió hacia su clan. Esperaba encontrarse las casas medio derruidas, los restos de la masacre, el suelo chamuscado y sin rastro de vida. En cambio, lo que encontró fue un prado lleno de flores, con las lápidas puestas meticulosamente, honrando así la memoria de los muertos. Se acercó hacia donde antes se hallaba su casa, viendo ahí las tres lápidas.

Bitter [Uchiha Sasuke]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora