Capítulo 41

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Parada frente a la iglesia  sintió como su corazón se desgarraba.

Aun borracha era capaz de sentir tal dolor, todo lo contrario a lo que creyó, borracha era muy consiste de eso. Las personas beben para olvidar, pero en el proceso recuerdan cada mínimo detalle cosa que olvidan a la mañana siguiente.

De allí el beber para olvidar, olvidar lo mucho que lloras te mientras bebías.  O eso pensaba su mente confusa.

Había estado parada al lado de un árbol frente a ese horrendo lugar. La vio llegar, tan hermosa vestida de blanco. Un Ángel. Realmente lo creyó cuando el sol la tocó.

¿ Realmente estaba dispuesta a vivir infelizmente el resto de su vida? No quería perderla y si se casaba lo haría y para siempre. No, no podía.

Con esa idea metida en su confusa cabeza decidió entrar a la iglesia. Recordó vagamente que una vez Camila le comentó que la vida consiste en riesgos y ella estuvo de acuerdo. Bueno, ahora ella iría e impediría esa boda. Lo más que podía pasar era que la rechazaran y su corazón ya estaba roto.

Nadie se percato de su presencia en cuanto piso la entrada, todos viendo esa farsa. La mujer que había jurado odiar estaba allí, de pie en el altar junto al chico que quería que fuera su primer novio años atrás.

Pero entonces todo había cambiado, por que ahora su corazón se estaba yendo por esa chica y dolía.

Miro a los presentes un tanto mareada, conocía a la gran mayoría. Amigos, conocidos y familiares.  Miro a su familia y se sintió traicionada. Su padre sabía lo mucho qué amaba a la persona que se casaba.

Las damas de honor solo miraban a la pareja de manera embobada.

Unas fuertes ganas de vomitar la atacaron. Aquello apestaba y se veía como la mierda que era. Siguió  caminando sin perder el enfoque de lo único que sobresalía en esa oscuridad.

Camila lo sabia, sabia que ella estaba  ahí. Detrás de ellos. Podía sentir su mirada. Temía lo peor.

Quería voltear se y pedirle que se fuera, que ella seria feliz y que la dejara en paz, no continuaría con lo que tenían por mucho que lo deseara,  ya no podía. 

Su corazón necesitaba la tranquilidad que Ezra  le ofrecía. No podía seguir aceptando lo poco que Lauren le daba. Ya no. 

Moriría amándola pero merecía mucho más. Se había enamorado sola y eso pesaba. Lo había comprobado cuando se bajo del auto y ella no la detuvo.

Sintió su cuerpo temblar cuando la escucho hablar.

- Esta...  boda - trato de no enredarse - Ya no va.

Todos voltearon a verla, pero ella solo esperaba a que Camila se volteara. No lo hizo.

- ¿Lauren? - esa era la voz de su padre - ¿Que crees que estas haciendo?

- Estas mal...  - respiro con dificultad, necesitaba calmarse para poder impedir esa estúpida boda - estas mal si crees que voy a permitir esto, Camila.

- La que esta mal eres tu, loca - miro como una chica la apuntaba con un ramo de rosas - Deja a Camila en paz, ya deberías de haber madurado. Ezra la eligió a ella.

- Lauren - Ezra la miro con cierto cariño que le molesto y unas ganas grandes de gritarle que esa mujer con la que se iba a casar no hace mucho había estado en su cama, que esa mujer era suya - Lamento si creíste que alguna vez podía pasar algo entre nosotros, pero a estas alturas y en el lugar en el que nos encontramos deberías haberte dado de cuenta de que ya no es un juego.  Es mi boda. Por favor respeta este momento.

Mi Alocada Obsesión  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora