Capítulo 19: Michael es el buscado

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Abrí los ojos despacio, acostumbrándome a la luz

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Abrí los ojos despacio, acostumbrándome a la luz. Ahí estaban Michael y Jacob, profundamente dormidos.
Sacudí el hombro de Jacob despacio

—. Jacob, despierta —susurré —. Ya me voy

Éste solo se removió en su lugar haciendo una mueca.

Eran las 5:58 a. m., las calles estaban vacías y la gente dormía tranquilamente. Yo iba caminando despacio debajo del cielo aún oscuro.
Entré a un mini market, compré un café y un perrito caliente. Iba camino a Rossville, mientras comía y tomaba la infusión para que se pase el efecto de la hierba y bajen los ojos rojos.

(...)

No podía evitar pensar en lo que Michael dijo, así que fui de nuevo a la última casa blanca en donde vi las pruebas de un posible asesinato, y si, ahí seguían.
Ya estaba amaneciendo así que podía ver las cosas más claras. Pero únicamente no solo vi lo que podría ser cráneo hecho trizas, en el segundo piso se escuchaba a alguien que lloraba como un alma en pena. No podía visualizar nada por las tablas que estaba en la ventana.

—. ¿Hola? —susurré mirando hacia arriba

Pero nadie respondió.
La puerta de la entrada estaba dura, necesitaba una llave. Busqué por todos lados. Enhorabuena, el típico truco de la llave bajo la piedra.
Abrí despacio y cerré la puerta atrás de mi. Me paseé por todo el lugar, en la cocina había un sándwich de atún a medio comer, las moscas volaban encima y uno que otro insecto se lo estaba terminando de comer. Lo miré con asco y me fui a otra habitación. Caminé despacio y bajé al sótano. Fue mi peor decisión.
En el piso había un charco de sangre seca que iba por todo el cuarto.

—. Thomas... respira —me dije para mi mismo

Si alguien estaba aquí, estaría en graves problemas, incluso podrían asesinarme y nadie me encontraría. Porque nadie viene a Rossville.
La ventana que daba afuera estaba rota, me acerqué despacio, había más sangre seca y olía a hierro junto con un olor nauseabundo.
Alguien había intentado escapar, lo habían atrapado y se había salido por la ventana, pero tuvo mala suerte porque murió afuera, apenas al salir.
Seguí viendo en panorama hasta que alguien se acercó, no me vio, pero parece que vivía aquí, porque entró.

—. ¿Michael? —susurré para mi

El castaño volteó a ver para mi dirección pero me escondí rápido, ni siquiera pudo verme. Eso creo.
Escuché como la puerta se cerraba y luego los pasos arriba que se dirigían a las escaleras que daban al segundo piso.

—. ¡Ashley! —vociferó

Ashley. Claro que sabía quien era. Pero no podía hablar de la Ashley desaparecida, de la amiga de mi hermano. De su mejor amiga. ¿Cierto? No podía ser la misma, ella no. Todo era una broma de mal gusto.
Pero claro, él dijo que la tenía y que mató a Derek, él lo dijo.

Solo sabía una cosa, tenía que salir de aquí rápido, lo más rápido que pueda. Y por las dudas llamar a la policía.
Claro, tenía mi teléfono, marqué al 911 pero ni siquiera había señal. Me cago en todo lo existente. Michael era la persona que todos buscaban, el secuestrador de una inocente, tal vez el verdugo de mi hermano.

No es como si pudiera salir por la puerta principal sin que él lo notara, tampoco podría salir por esa ventana, no quería terminar como quien sea que haya muerto ahí.
La respiración se me iba, empecé a caminar por la habitación buscando algo, alumbrando hasta el último rincón con mi teléfono. Ni siquiera había algo con lo que pudiera defenderme. Pero si había algo que dejaba todas mis dudas claras.
El celular de mi hermano, Derek.

Enamorado PerturbadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora