Capítulo 25: Vete a la mierda, Thomas

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Narra Michael

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Narra Michael

Hace dos meses que Ashley estaba aquí, parecía que cada vez me odiaba más.
Thomas igual, realmente no quería hacerle nada, pero tampoco es como si pudiera dejar que se vaya y me delate. No hablábamos mucho, solo cuando era necesario, cuando quería ir al baño o tenía hambre.
Ashley sabía que Thomas estaba aquí, pero no había dicho nada.
Todo era muy difícil para mi. Tenía a dos personas, una de ellas ni siquiera debería estar encerrada en esa habitación.

Me agarré la cabeza y pasé las manos por mi rostro. Estaba sentando en uno de los sillones del primer piso. Me estaba pensando demasiado las cosas. Me paré y empecé a caminar por toda la sala, mordiéndome los labios con fuerza y rascándome la cabeza.
Subí a ver a Ashley, solo quería hablar con ella.

Ashley estaba dormida, profundamente, ni siquiera el hecho de que haya entrado la había despertado.
Me acerqué a ella cautelosamente y me acosté a su lado, pasé un brazo por su cintura y la apegué a mi. Ella solo se removió un poco en su lugar.

—. Te amo —le susurré al oído —. Te amo, te amo, te amo

Ella ni se inmutó, seguía profundamente dormida.
Le acaricié el cabello suavemente mientras sentía de cerca el aroma de su cuello. Puse la mano en su cintura para bajarla despacio a la cadera.

—. Me gustas tanto... —le susurré nuevamente

Ella dio un brinco y se asustó al verme

—. ¿Qué haces aquí? —preguntó nerviosa y con los ojos muy abiertos

—. Solo pasaba a saludar —dije parándome despacio

—. ¡No te acerques a mi de nuevo!

—. ¿Ah, no? ¿Y quien me lo impide?

—. Basta —sus ojos estaban llenos de miedo y tristeza —. ¡No lo hagas!

—. Bien. Me voy —salí de la habitación y le puse llave

Fui al otro cuarto para ver a Thomas

—. Hola. Admito que me estás aburriendo mucho —dije abriendo la puerta

—. ¿Y que quieres que haga? —dijo seco

—. Mira, tengo una propuesta para ti —hice comillas con los dedos —. Te dejo ir... si la convences

—. ¿Convencer? —sus ojos brillaron —. ¿Que quieres?

—. ¡Solo necesito que me tenga un poco de afecto!

—. No puedes obligar a una persona a quererte, ¿lo sabes, cierto?

—. Esperaba que el Estocolmo me ayudara... pero nada a funcionado, ya ves

—. Tal vez si la dejaras ir...

—. ¡Imbécil! —le grité —. ¿¡Por qué dices idioteces!?

—. Ella no te quiere, no lo hará nunca

Saqué el arma y le apunté en la cabeza

—. Repítelo

El solo me miraba perplejo

—. ¡Vamos, repítelo!

—. ¡Ella no te quiere y no lo hará nunca! —cerró los ojos con fuerza —. ¿¡Me vas a matar ya!? ¡Hazlo, mátame!

Guardé el arma con cuidado

—. No. Solo por esas insignificantes palabras haré que sufras cada día hasta que ya no aguantes y me ruegues que te asesine —sonreí —. ¿Y sabes que haré? Te voy a dejar ahí, pudriéndote. Muriendo solo. ¡VETE A LA MIERDA, THOMAS! —le grité a todo pulmón.

Enamorado PerturbadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora