Capítulo 3: La pequeña historia de Rossville

5.7K 315 27
                                    

Narra Michael

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Narra Michael

Tal vez ni siquiera te acuerdes de mi, tal vez sea ese vago recuerdo que merodea tu mente una vez cada 5 años. Olvidaste quien fue ese niño indefenso al que le diste el primer beso y que salvaste de los abusivos. Al que invitabas a comer cada fin de semana y con quien jugabas a tomar el té. El que se tuvo que mudar pero volvió por ti, y cuando lo hizo no hiciste nada más que sonreírle siendo gentil, pero no acercándote a él.

Creaste esta obsesión en mi, donde tú te involucras. Ashley, tú eres mi obsesión. Tal vez no te lo diga pronto, sería vergonzoso. Tal vez lo haría.

(...)

Se veía hermosa con los ojos cerrados, con pequeñas gotas de sudor acariciar su rostro, ella dormía con miedo desde que llegó. Hace una semana. Los primeros días fueron realmente difíciles, quería escapar a como de lugar, lo veía en sus ojos, tan tristes y tan hermosos. Casi nunca la dejé sola, no quería aislarla de mi. Es lo único que ella necesitaba ahora. A mi.
Cuatro días después del primero ella se acostumbraba, pero aún así seguía deprimida, no comía ni dormía mucho, le salieron ojeras hasta que sucumbía y dormía al menos cinco horas. Cuando despertaba lloraba y me rogaba una y otra vez que la dejara. No aún. Sucumbió al sueño pero no al síndrome.

Acaricié su rostro suavemente, le limpié el sudor con un trapo húmedo y le besé la frente. Ella estaba profundamente dormida, tenía la excusa de no haber dormido tanto en la última semana.

Salí de la habitación y bajé a prepararle el desayuno. Cuando estuvo listo fui a despertarla.

—. Buenos días —dije entrando con un plato de huevos y tocino, en la otra mano, un café

Solo me miró y volvió a bajar la cabeza. Estaba sentada en la cama

—. Ashley tienes que hablarme

—. Ya no vale la pena —dijo casi sin voz

—. ¿Ya no?

—. No me vas a dejar ir, prefiero morir de hambre que seguir viéndote la cara

Un dolor en mi pecho se extendió

—. Te dejaré esto aquí —dejé el plato en la mesita de noche y salí

(...)

Haberla amenazado con el arma no sirvió de nada, solo tenía miedo y pareciera que desde ese día ya nada le importaba. Ni siquiera podía hacer algo para recuperar su confianza, aunque ¿realmente la tuve? Tal vez no, aún así no podría darme por vencido. El síndrome no le iba a dar en una semana, tal vez tampoco en un mes. Debería esperar por ello, debía lucharlo.
Yo la amaba tanto, desde la primera vez que la vi soñé en casarme con ella. Aunque era un niño ingenuo aún persiste el deseo.
Solo quisiera que ella corresponda a mis sentimientos, que me bese apasionadamente y que jamás deje de amarme sin importar que.

Mis padres están muy preocupados últimamente por la chica desaparecida, no tienen ni la más remota idea de que la escoria de su hijo la tiene cautiva en la casa que dejó su difunta abuela, abandonada y sin vecinos. En el cruce de Rossville. La última casa blanca del vecindario.

Rossville fue un buen vecindario alguna vez, hasta que las desapariciones del 84 hicieron que sus habitantes lo abandonaran. Irónicamente vivo en la ciudad más tranquila, solo que el asesino del 84 advirtió que quien se quedara pagaría con su sangre. Realmente nunca se supo quien fue, si es que era broma o no. Lamentablemente mi abuela no creyó en eso y sobrevivió hasta el 90, cuando la encontraron degollada en su cama con la nota "la advertencia fue hecha" y esa fue su trágica historia.

Pero las cosas pasan por algo, esa mujer era cruel y egoísta. Mi abuelo se casó otra vez con una mujer que se rumorea, era su amante antes de que la abuela muriera.

Enamorado PerturbadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora