Capítulo 11: Las mentiras hacen querer

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Siempre pensé que el síndrome de Estocolmo solucionaría mis problemas de amor, pero a pasado un mes desde que tengo a Ashley y el único afecto que me a mostrado fue un abrazo

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Siempre pensé que el síndrome de Estocolmo solucionaría mis problemas de amor, pero a pasado un mes desde que tengo a Ashley y el único afecto que me a mostrado fue un abrazo.
Al menos, ella ya no se mostraba tan agresiva como antes. Se había relajado bastante y parecía que empezaba a aceptar la idea de quedarse.

—. Hola —sonreí abriendo la puerta

—. Hola, Michael

Me senté a su lado

—. ¿Cómo estás?

—. No podría estar mejor —dijo sarcástica

—. El otro día me encontré a tu amigo, ¿Derek, verdad?

—. ¿Hablaste con él? —sus ojos brillaron —¿Que dijo?

—. Nada nuevo, se consiguió otra amiga, que lindo —mentí

—. ¿Que...?

—. Se besaron y todo eso, creo que no son solo amigos, en fin

—. ¿Me estás hablando de mi mejor amigo Derek? Él no podría —sonrió incrédula

—. Si pudo, ya ves...

—. No, estás mintiendo —empezó a caminar por el cuarto

—. Mira no quería decirte esto, pero te están olvidando

—. ¿De que me hablas? ¿Quienes?

—. Tus padres, amigos, todos

—. ¡Solo quieres molestarme! ¿¡Viniste para decirme eso!?

—. Ashley... lo siento, pero es así

Hizo una mueca y lloró, corrí para abrazarla y ella hizo lo mismo. Sollozaba en mi hombro

—. No podrían... —dijo finalmente, eliminando toda gota de posibilidad de que aún quisiera irse

—. Pero yo jamás lo haría, jamás te olvidaría —agarré su rostro con las dos manos y la vi a los ojos —. Porque te amo

—. Tengo miedo —susurró

—. ¿Miedo de qué?

—. ¿Y si tú también me olvidas? ¿Realmente me amas? —tenía los ojos tristes

—. Jamás haría algo así, jamás dejaría de amarte, ni por todo el dinero del mundo, ni siquiera si muero dejaría de hacerlo

—. ¿Eso es verdad? —me abrazó fuerte —. Tal vez estoy empezando a quererte, pero no hay ningún síndrome, no lo siento

—. ¿En serio? —sonreí alegremente

—. Si, debes ganártelo ¿no?

—. Lo intentaré una y otra vez hasta que estés segura —acaricié su mejilla —. Una y otra vez hasta morir.

Enamorado PerturbadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora