Capítulo 15: Uno más

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Desperté terriblemente adolorido, en un piso frío y sucio

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Desperté terriblemente adolorido, en un piso frío y sucio. Me removí despacio, pero sentí miles de cuchillas en el cuerpo.

—. Estúpido, no debiste entrar —sonrió falsamente —. Tú ni siquiera eras parte del plan, ¡de mi plan!

Solo lo miré confuso

—. ¡ASHLEY! —grité dejando atrás el insoportable dolor

—. Está arriba, ya sabes, donde la viste

—. ¡Déjala ir!

—. ¿Quién crees que eres para decirme qué hacer o no? Solo eres un pobre y estúpido... lo que seas

—. Te vas a pudrir en la cárcel

—. Ya, claro, estoy segurísimo. ¿Pero mucho después de que tú termines pudriéndote aquí, no?

—. Ella no te ha hecho nada...

—. Ahí te equivocas —me señaló —. Ella me enamoró

—. ¿Y, qué quieres decir con eso?

—. Luchas por tu amor —apretó la mano —. Por siempre, hasta el final

—. ¡Vete a la mierda, enfermo!

—. Mira, estás sangrando bastante, yo me preocuparía —soltó una carcajada —. En fin, adiós

—. ¡No me dejes aquí, no quiero morir!

Simplemente no le importó y se fue, cerrando la puerta del sótano. Estaba en completa oscuridad. Un minuto después entró de nuevo

—. Te doy una única oportunidad, vive o muere, no me importa —me lanzó una linterna con fuerza

—. ¡Púdrete!

—. Nah, púdrete tú —y dio un portazo

Prendí la linterna y alumbré a todos lados, había basura y estantes llenos de cosas enlatadas. Me paré haciendo un gran esfuerzo y caminé por la sala. Enhorabuena, había un botiquín polvoriento. Lo abrí pero solo había una venda, hilos y agujas.
Él lo había planeado todo, quería que me cosiera la herida yo mismo.
Me quité la chaqueta y la amarré alrededor de mi cintura, di un grito de dolor pero seguí.
Seguí alumbrando y di con una ventana, una pequeñísima ventana, el idiota había olvidado ese detalle. Busqué mi teléfono en el pantalón pero ya no había nada, me lo había quitado.
La ventana estaba sellada, pero podía romperla. Agarré el botiquín y lo estrellé con fuerza una y otra vez hasta que el vidrio quedó hecho trizas. Me trepé y me di un raspón en la herida, ahogué un grito de dolor pero no me di por vencido. Salí y me quedé tendido en el césped seco y marrón.
Escuché unos pasos y sentí como me alumbraban en la cabeza.

—. ¡Felicitaciones, Derek! —exclamó Michael con sarcasmo —. Que pena que no puedas irte realmente

Miré para arriba, vi sus manos, tenía un mazo de metal. Se acercó y lo dejó caer en mi pierna derecha con toda su fuerza

—. ¡DETENTE! —grité, ya no soportaba el dolor, en cualquier momento me desmayaría

Pero entonces dejó caer el mazo en mi pierna izquierda, ahogué un grito

—. Y éste... para que te metas en tus propios asuntos

El mazo me rompió la cabeza.

Narrador anónimo

Michael estrelló el mazo de metal una y otra vez contra el cráneo de Derek, este ya estaba destrozado pero siguió hasta que el mazo solo hacía salpicar el charco de sangre que se encontraba regado en el césped tan seco.

La cara de Michael rebosaba el nirvana en su máxima expresión, además de que su rostro estaba pintado de rojo.

Enamorado PerturbadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora