Capítulo 26: Las marcas

1.6K 119 15
                                    

Cerré la puerta con llave y volví a la habitación de Ashley

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cerré la puerta con llave y volví a la habitación de Ashley.

—. ¿Sabías que el hermano de tu amiguito estaba aquí? —sonreí

—. ¿Thomas? Claro... el juego no te va a durar mucho

—. ¿Por qué no?

—. Ya van tres desaparecidos, ¿no? En cualquier momento vienen

—. ¿Podrías darme el único gusto que quise desde que llegaste a mi vida? Antes de que me lleven lejos... —fingí tristeza

—. ¿Que quieres?

—. Un beso, solo uno —me acerqué

—. Ni loca —se pegó a la pared

—. ¿Un abrazo?

—. Ni siquiera te mereces mis insultos, ¿lo sabes?

—. Solo soy un chico triste —dije sentándome en la cama

—. ¿Que pretendes?

—. Nada en especial, solo mira —alcé mi manga y le enseñé todos los cortes que tenía en el antebrazo —. Todos fueron por ti, Ashley... bueno, menos este —señalé una cicatriz vertical

Ella se acercó lentamente y me pasó la yema de los dedos por todas las pequeñas cicatrices

—. ¿Y por qué fue esa? —preguntó en un casi susurro

—. Es una larga historia, pero puedo contártela

Ella asintió repetidamente

—. Bien —dije —. Era fin de año, creo. Ya sabes, las festividades y todo eso. Yo tenía... doce años. Mi mamá llegó con otro hombre, esa mujer era una zorra, completamente —reí —. Básicamente, no quería que le dijera nada a mi papá, así que me golpeó con un... ni siquiera recuerdo. Pero era algo muy doloroso —sonreí levemente —. En fin, esa fue la última vez, ya había pasado varias veces, pero esa fue la última, creí. Fui a cortarme las venas, el amante me salvó, ¿irónico, no?
Después de todo mi mamá se fue a rehabilitación por herir mis sentimientos, que porquería, ¿verdad? —solté una carcajada

—. ¿Jamás has pensando en ir a un psicólogo o un psiquiatra?

—. ¿Para qué? No lo necesito

Me miró con la boca abierta, algo confundida

—. Ya, claro...

—. ¿Crees que lo necesito?

—. ¡Por supuesto! Es que... mira, te volviste loco

—. ¿Yo? ¿Por qué?

—. Bueno déjame recordarte que tienes a dos personas aquí, sin su consentimiento. Te aseguro que ninguna hubiera querido esto, jamás

—. Pero una me quiere —sonreí sin mostrar los dientes

—. ¿Thomas te quiere?

—. Bien, es todo. Me voy

—. ¡No, no, no!

—. ¿Entonces quieres que me quede?

—. Yo... —negó

—. Bien, adiós

—. Puedes quedarte —susurró —. Solo porque me da algo de pena tu historia

—. ¿Algo?

—. Ya es mucho que te diga que te quedes, cualquier otra persona habría reaccionado distinto

—. ¿A que te refieres?

—. Nada —apretó los labios —. Solo quédate

—. ¿Donde quieres que esté?

—. Ahí parado —me señaló la puerta

—. ¿Puedo quedarme aquí, por esta vez?

—. Bien, quédate sentado ahí

—. ¿De qué quieres hablar?

—. No quiero hablar —se volteó para mirar la pared

—. ¿Quieres que me quede para esto? —reí —. Y si...

—. ¡No!

Me acosté a su lado

—. Solo quiero dormir contigo...

—. No me toques

Pasé un brazo por su cintura, pero ella se alejó

—. Solo déjame por una vez, Ashley...

—. No me toques, por favor

Quité el brazo y me quedé ahí, dormido junto al amor de mi vida. ¿Que más podría pedir o querer ahora?

Enamorado PerturbadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora