Capítulo 29: No me amas

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Michael me trajo un pequeño pastel deforme que decía "Feliz Cumpleaños Ashley" había sido un detalle bastante lindo, dejando de lado que lo odiaba

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Michael me trajo un pequeño pastel deforme que decía "Feliz Cumpleaños Ashley" había sido un detalle bastante lindo, dejando de lado que lo odiaba.

—. Yo mismo lo hice, no es perfecto ni nada, pero... espero que te guste —se rascó la nuca

—. Está bien, dame un poco

Partió un trozo mientras mantenía una gran sonrisa, lo puso en un platito y me lo dio.
Me acerqué sin dejar de mirarlo a los ojos, Michael me extendió una cucharita y empecé a comer.

—. ¿Te sientes bien?

—. Si, muy bien —empezaba a ver borroso

—. ¿¡Ashley!? —se acercó a mi con rapidez

—. Siento que no puedo respirar —susurré

—. ¡No, no, no! —decía bastante asustado

Me puso en sus brazos y me llevó abajo, afuera. Ya había anochecido. Los postes de luz seguían alumbrando a pesar de tanto tiempo.

—. Hice algo para que se prendieran, por hoy, por favor no te vayas a dormir —me sacudía despacio

Solo cerré los ojos mientras que sentía como su mirada se iba perdiendo entre mi vista nublada.

Narra Michael

Ashley había cerrado los ojos, realmente no estaba seguro si se había dormido o algo. Tomé su pulso, estaba bien.

—. ¿Ashley? —le susurré en el oído

Pero ella no respondió, iba a entrar en pánico en cualquier momento si ella no despertaba.
Sus ojos tenían grandes ojeras oscuras, pero sus labios seguían rosados.
Pasé el pulgar por su labio inferior, acaricié su cabello y luego lleve la mano a su brazo. Estaba frío.

—. Ashley —volví a susurrarle —. Por favor, despierta

Pasaban los minutos y ella seguía así, hasta que movió un poco los párpados y abrió los ojos. Se acostumbró a la luz y me miró fijamente.

—. ¿Que...?

—. Gracias a Dios —cerré los ojos y suspiré

—. Me duele la garganta

—. ¿Por qué?

—. No se, es como si hubiera gritado mucho

—. No hiciste eso, estoy seguro

Carraspeó la garganta y se acomodó para sentarse a mi lado. Nos quedamos en silencio varios minutos.

—. No se que me está pasando —dijo rompiendo el silencio de la noche —. Me estoy volviendo loca, ¿verdad?

—. No, claro que no

—. Tú me lo has dicho varias veces

—. Si, pero... no me refería a eso

—. ¿Entonces?

—. No lo sé, ¿si? Solo digo lo que se me ocurra, ni siquiera lo pienso bien

—. Ya...

—. No es que estés loca, bueno no se, tal vez yo te estoy volviendo loca. Esto es mi culpa

—. Si alguien me vuelve loca, tú serías el primero en quien pensaría —sonrió levemente

—. ¿A que te refieres? —sentí como mis ojos brillaban de emoción

—. Pensaría que tú sacaste un tornillo —rió

—. Ah... te referías a eso

—. Si, ¿a que más?

—. Nada, pensé que dirías algo romántico

—. ¿Contigo? —negó repetidamente con la cabeza

—. Claro —miré al cielo

—. Hace frío

—. ¿Tienes frío? —me saqué la chaqueta torpemente y se la puse en los hombros

—. Gracias

—. No esperaba que la recibie... —me interrumpió porque besó mi mejilla —ras —dije terminando la frase —. No esperaba eso, no la verdad que no

—. No se por qué lo hice, perdón

—. ¿¡Me estás pidiendo perdón por besarme!? ¿¡Sabes cuanto tiempo he esperado algo así!?

—. Seguro que no tanto

—. Claro... no tanto. Solo desde que te conocí

—. No fue hace mucho

—. No, claro que no, solo fue cuando tenía ocho años, creo

—. ¿Siempre fuiste así de acosador?

—. No... solo contigo

—. ¿Nunca te gustó otra chica?

—. No me daba tiempo si solo pensaba en ti a cada segundo

—. Pero supongo que varias se te acercaron...

—. Si, soy un galán en Seattle

Ambos reímos

—. Te quiero, Ashley —tomé una de sus manos

—. Solo estamos riendo, no besándonos —sacó la mano —. Michael, se que aunque te lo diga mil veces jamás lo vas a entender, pero aquí va otra vez por si te reacciona el cerebro... no quiero estar aquí

—. Pero luego vas a quererlo, estoy seguro

—. Creo que soy inmune al Estocolmo —sonrió tristemente —. Ya pasaron dos meses, tal vez más

—. Dos meses, si

—. Y todavía no te amo

—. ¿Pero me quieres?

—. ¿Que clase de pregunta es esa? —dijo desviando la mirada a otra parte —. No va a pasar nunca, Michael —tomó mi mano —. Y este es el mayor acercamiento que podamos tener, no más

—. El amor te hará cambiar de opinión —le sonreí —. Siempre pasa

—. No conmigo

—. Aún no contigo —alcé un dedo —. Aún

—. Ni siquiera puedo discutir contigo, estás totalmente cegado —rió —. Cuando te des cuenta de que no me amas vas a querer matarme y tengo miedo de eso

—. Nunca querría matarte, ni siquiera se me había pasado por la cabeza, te lo juro

—. ¿Tengo que recordarte que me disparaste en la maldita pierna?

—. Si... discúlpame por eso, pero no lo volvería a hacer

—. Puedes decir mil cosas ahora, pero no vas a poder controlarte luego

—. ¡Lo haré! ¡Lo haré por ti!

—. No digas cosas que no vas a poder cumplir

—. ¿Por qué lastimaría a la persona que más amo en mi vida?

—. Porque no me amas.

Enamorado PerturbadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora