SIETE

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A Iris le seguía sorprendiendo el hecho de que sus dos nuevas amigas estuviesen en una dieta bastante estricta al punto de no poder desayunar nisiquiera un simple jugo natural

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A Iris le seguía sorprendiendo el hecho de que sus dos nuevas amigas estuviesen en una dieta bastante estricta al punto de no poder desayunar nisiquiera un simple jugo natural.

Había tratando de indagar de qué iba esa tal dieta pero cada vez que cuestionaba Alice cambiaba de tema.

La noche anterior había notado que sus dos viejas amigas podrían encajar perfectamente con las nuevas chicas. Y aunque al comienzo temía por la actitud de su morena amiga se había sorprendido al ver la conexión entre ella y Alice. Llegó un punto de la noche que prestó atención a su alrededor, a su atmósfera y a las energías que la rodeaban: Alice y Atenea miraban una revista de moda, comparando con estaciones pasadas y deseando nuevos conjuntos e imaginándose en aquellas telas, mientras que Amélie trenzaba el cabello de la rubia. Era innegable la química que había entre éstas últimas y Alice se lo había susurrado cuando habían bajado a preparar más palomitas para la secuela de Mamma mía, "creo que a Rosalie le gusta" había susurrado con complicidad causando la risa de la rubia.

Sin embargo, en un momento Iris llegó a la conclusión gracias a sus amigas que Emmett Cullen le atraía bastante. Sabía que no estaba enamorada porque no lo conocía, no sabía cosas básicas de él pero había algo que le llamaba la atención junto a su belleza. Sus dos hermanas habían justificado el actuar del muchacho con que a él le gustaba Iris pero ella discutió que eso no podía ser por el hecho de que no se conocían. Atenea se reía del rostro de la chica ante el rostro de la rubia cuando las muchachas le gritaron prácticamente que estaba ciega al no notar como el pálido chico la miraba todo el tiempo y como ella lo miraba o intentaba llamar su atención (lo cual ella seguía negándolo).

Se había dormido pensando en aquella verdad que le había costado admitir y allí fue cuando su miedo volvió: el abandono. O tal vez aquella filosofía que seguía al pie de la letra: todo se terminaba, todo tipo de relación y ella no quería eso. Ella había visto a su amiga llorar noches por algún idiota de La Reserva o recordaba patente cuando oía a su padre llorar por las noches y no quería eso. No quería llorar por las noches o pensar qué había sucedido para que todo terminará. Le gustaba la soledad, le gustaba estar con sus amigas y disfrutar de su tiempo con ellas, le gustaba estar con su padre y le gustaba ignorar las miradas de los idiotas adolescentes hormonales.

Aquella mañana mientras desayunaba veía como Alice movía su boca aunque su mente estaba en cualquier otro lugar de sus recuerdos. Rosalie y Amélie hablaban entre sí, riendo cómplices mientras Atenea seguía durmiendo. No habían pasado ni cinco minutos cuando entró su padre por la puerta con la bata, sonrió mirando a las adolescentes.

-Buenos días chicas- habló amable mientras servía una taza de café captando la atención de su hija-.

-Hola- señor Olsen - Alice se levantó de su lugar para dar dos besos en la mejilla del hombre-.

-Hola- papi - sonrió de oreja a oreja- ¿mucha acción?-.

-Tengo imágenes de heridas que tuve que coser, ¿quieres verlas? - sacó del bolsillo de su bata su celular-.

ADORE YOU ~ EMMETT CULLENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora