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Emmett seguía yendo a buscarla a su hogar todas las mañanas, algunas dónde bajaba y observaba como ella y su padre desayunaban dejándole la excusa de que no tenía hambre y otras veces, donde él dejaba la excusa de que tenía fiebre o alguna que otra molestia que no le permitían asistir al colegio.
Ésta última, ocurría bastante a menudo durante esos días y lo que llamaba la atención de la joven era que se enfermaba cuando había muy buen clima. ¿Qué clase de adolescente se perdía un buen clima? Era la pregunta que rondaba bastante frecuente. Otra cosa que también había llamado la atención de la chica era cómo Alice parecía volar del lugar durante unos momentos, en los cuales Jasper o Rosalie intentaban llamar la atención de las tres muchachas para que no le cuestionaran que le sucedía.
Iris no era tonta y sabía que dos más dos no daba cinco. Y su foco de curiosidad se había encendido ante dos cosas: la primera, la rubia había vuelto a soñar con el pelinegro.
-Para ser de mí imaginación no eres tan inteligente - ladeó la cabeza para luego apoyarla sobre su hombro- Siempre creí que mí mente imaginaria lo que a mí me gusta tal cual me gusta, después de todo, me conozco a la perfección - observó al chico-.
-¿Estás llamándome torpe? - la miró incrédulo-.
-No - negó tomando distancia- sólo que es raro que no sepas cosas básicas de mí infancia y siempre preguntes, es como si yo misma estuviese hurgando sobre mis traumas-volvió a abrazarlo-.
-Iris - la llamó- me siento un idiota - llevó su fría mano a su mejilla donde ella disfrutó el contacto- me gustas demasiado pero soy peligroso y puedo dañarte-.
-Lo sé - cerró los ojos- también me gustas y no puedo admitirlo porque no quiero llorar por un corazón roto-.
-Jamás rompería tu corazón - juntó sus frentes- pero puedo dañarte en una milésima de segundo y no puedo permitir que eso suceda-.
-Te adoro - besó su mejilla-.
-Yo también- quiso besar los labios de la chica pero unos pasos en las escaleras causaron que se separaran-.
Iris despertó cuando oyó a su padre entrar en la habitación que estaba a penumbras, preguntando quién había estado con ella a lo que contestó "nadie" pues llegaron a la conclusión de que hablaba dormida. Pero esa se fue a la mierda cuando en la mañana notó como la traba de su ventana no estaba, ella recordaba como había la había trabado la noche anterior. Fingió que nada sucedió e hizo su rutina normal.
Pero luego, Atenea comentó con molestia como su profesora de historia le había pedido un ensayo sobre licántropos y criaturas mitológicas, Amélie replicó con emoción que a ella le habían tocado los chupa sangre.
