¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
No era secreto para nadie que Iris era una especie de princesa para gran parte de la población educacional: su forma de caminar delicada, sus modales, su forma de vestir, aquella sonrisa en su rostro.
-Es toda una "damita" - había pronunciado Jessica Stanley cuando observó a la rubia entrar a la cafetería-.
Buscaba con la mirada a sus dos amigas sin notar como algunos muchachos se giraban embobados a observar su andar. Frenó su paso y sonrió cuando vió a Atenea lanzarle una papa a Amélie mientras reía, podía haber escuchando claramente un "por perra" con aquel acento que más de un muchacho había cautivado. Siguió su andar más descuidada sin notar como se posicionaba de espaldas a los nuevos.
Sobre la mesa dejó su botella de leche de soja y apoyó su cuaderno en la silla que sobraba para luego recostarse sobre sus manos.
-¿Por qué tardaste tanto? ¡Muero de hambre! - soltó la morena ingeriendo otra papa-.
-Pero si ya comiste tu hamburguesa y tus papas, estas comiendo de las mías - frunció el ceño la castaña-.
-Solo tarde siete minutos - habló en voz baja-
-¿Jugaste a los siete minutos en el paraíso con alguno de los nuevos? - empujó su hombro de forma juguetona para reír-.
-No - rió a la par- Ya quisiera - bufó- ¡Fui muy cortés y hubo uno de los Cullen que nisiquiera me miró! Imagina que le pidiera jugar a los siete minutos, ¡seguro me asesina! - abrió la botella de leche y bebió un sorbo-.
-Uhm, Iris - la castaña se agachó sobre si para llamar la atención de la nombrada- Están detrás de ti - no había terminado de pronunciar la oración que Iris ya se había atragantado con el líquido, empezando a toser llamando así la atención de varias personas. Atenea golpeó su espalda mientras reía-.
-No hay nada que ver aquí, perdedores - con una sonrisa burlona volvió la atención a su amiga, la cual observaba hacia atrás con las mejillas rojas-.
-¿Pudieron oírme? - habló en voz baja únicamente para que Atenea respondiera u oyera, nisiquiera Amélie que estaba frente a ella pudo oír sin embargo Edward Cullen sonreía con gracia y Emmett la miraba de forma fija- quiero morir - volteó de forma rápida para tirar su cabeza contra la mesa, el golpe nunca llegó ya que Amélie apoyó su mano-.
-Dudo que te hayan oído, están en la próxima mesa - respondió la morena- Dudo que tengan súper oído, Irisa-.
-No me llames así - murmuró quejosa-.
El destino quería ponerla en vergüenza, no había duda alguna.
Entrando a su clase de francés, la muchacha había tropezado con la pata de la mesa logrando así que fuera de rodillas al suelo. Faltaban aún unos diez minutos para que la clase comenzará sin embargo, Rosalie Hale y Emmett Cullen estaban allí junto a tres compañeros más y la profesora.