DOS

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La primera vez que Iris vió a los Cullen no pudo evitar sentirse flechada de forma automática, jamás en toda su vida había visto rostros tan perfectos en persona, le recordaban a actores de Hollywood y su intriga por ellos creció de forma automáti...

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La primera vez que Iris vió a los Cullen no pudo evitar sentirse flechada de forma automática, jamás en toda su vida había visto rostros tan perfectos en persona, le recordaban a actores de Hollywood y su intriga por ellos creció de forma automática cuando oyó los rumores de sus padres. Sabía de antemano que no podía simplemente acecharlos pero, no pudo no ser cotilla cuando el director le dio la tarea de presentarles la institución y entregarle los horarios.

"Debía ser una bienvenida cordial y simpática, por lo que Iris estaba al cien por cien calificada" la niña había salido con una sonrisa de oreja a oreja a comentarle a sus amigas.

Aquella mañana había practicado mínimo diez veces al espejo cómo debía saludarlos, como actuar y que no decir. Había cambiado tres veces su atuendo y había peinado perfecto su cabello para luego depositar un poco de gloss en sus labios.

Mirando una última vez su imagen llevó su mano al collar de perlas que descansaba sobre el cuello de ella y sonrió sin mostrar los dientes.

Salió de su habitación y bajó con gracia las escaleras para luego girar sobre su lugar y sonreir chistosa a su padre.

-¿Cómo me veo? - subió y bajó sus cejas para luego fruncir sus labios-.

-Patetica - el hombre bebió un sorbo del café mientras ahogaba una risa debido al rostro de su hija-.

-Eso no es amable, Marcus - se encaminó a la encimera de la cocina, en dos breves pasos para luego tomar la botella con leche de soja que había preparado su progenitor- Generalmente los padres son celosos con sus hijas y les piden que cambien sus vestidos cortos para que los chicos no se les acerquen -.

-Creeme, Irisa - levantó la vista y sonrió con gracia- Anhelo el día dónde un muchacho te haga salir de casa - rió burlón al escuchar los insultos bajos que decía su niña- Creo que Amélie está afuera,sal antes de que choque contra el basurero, por favor - volvió la vista al periódico tras escuchar el motor del auto- Ten un lindo día, Irisa

-¡No me llames Irisa! - refunfuñó molesta para tomar su mochila y colgarla al hombro- Te amo papi, ten un buen día - depositó un pequeño beso en la mejilla del hombre y dió media vuelta para salir apresurada de su hogar-.

Cerró tras si la puerta de la casa y sonrió ampliamente al ver a Atenea en el asiento del copiloto cantando a todo pulmón. Sus uñas largas estaban de color azul marino y en su rostro se depositaban unos lentes de sol de los años 70 que combinaban perfectamente con su outfit.

Mientras que Amélie miraba nerviosa a los costados y hacia atrás, llevaba ya seis meses de que había obtenido su licencia y seguía insistiendo que el miedo a conducir jamás la dejaría.

El Fiat 128 súper Europa color cangrejo era la posesión más adorada de la castaña, a pesar de que la gran mayoría de la preparatoria se reía de él.

ADORE YOU ~ EMMETT CULLENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora