Diecisiete

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Iris agradecía tener un padre de pocas preguntas o al menos en aquellos momentos en los cuales sabía que su hija no iba a cooperar

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Iris agradecía tener un padre de pocas preguntas o al menos en aquellos momentos en los cuales sabía que su hija no iba a cooperar. Se encontraba en el vehículo de su progenitor mientras una canción de Coldplay se reproducía, su cabeza estaba apoyada contra el vidrio y la calefacción estaba al máximo.

La protagonista no era de tener sus defensas bajas, por el contrario, rara vez se enfermaba pero en aquel momento sentía que estaba por enfermarse de gripe o tal vez tenía fiebre o tal vez presión baja, sea cual sea ella se sentía una mierda.

Su padre la miraba de reojo, sin saber que decir o hacer, sabía que la chica había mentido cuando le llamó llorando al teléfono de casa, "son cólicos, ¿puedes,por favor, venir?" casi le había suplicado que fuese por ella. Supo que no eran cólicos en el momento en el cual le tendió una barra de chocolate y no lo recibió "no tengo hambre" había murmurado para luego apoyar su cabeza en el vidrio y no hablar.

El camino a su hogar se le había hecho eterno a Marcus, pues quería que su hija le dijese a quien tenía que desaparecer del mapa.

No esperó a que su padre bajará a la par de ella sino que, apenas estacionó abrió la puerta y se encaminó a su hogar. Dejó su abrigo en el perchero y subió las escaleras con pesadez, se quitó los zapatos en el descanso de la misma e ingresó a su habitación con los ojos llorosos. Fijó su vista en la ventana, aliviada de que la traba seguía allí, al menos eso impediría que alguien entrase (o eso quiso creer). Se desvistió con pereza para luego colocarse un suéter color rosa viejo con unos pantalones de pijama finos celeste pastel, cuando terminó se adentró a la cama boca abajo, juntó sus brazos y llevo su barbilla allí.

Frente a ella, había un collage: una modelo de los años noventa, distintas fotos de su niñez junto a su padre y a sus dos amigas, una fotografía de Halloween dónde estaba disfrazada de Burbuja de las chicas superpoderosas y a su lado Atenea siendo Bellota y Amélie siendo Bombón. Había uno que otro recorte de algún lugar que quería visitar, como Ámsterdam por ejemplo, un recorte de Harry Styles y por último, una foto de su madre junto a su padre e Iris cuando tenía tan solo tres años. Se veían felices y le gustaba imaginar que su madre también conservaba algo de ellos. Suspiró pesado para girar en si y taparse con la gruesa manta, no quería ver a nadie ni hablar con nadie. Tal vez quería llorar o gritar, no estaba muy segura de aquello.

Se sentía molesta, porque ella sabía la verdad hacia tiempo pero no quería admitirlo. Su cerebro la reprendia bastante molesto por haber escuchado a su corazón y bueno, su corazón dolía porque el miedo ordenaba que Iris debía alejarse de Emmett Cullen.

Vampiros, sonaba tan irreal. El pronunciarlo en su mente se le hacía irreal, aquellas criaturas de la literatura y de los cines. ¿Y si las leyendas Quileute eran ciertas? ¿Los hombres lobo también existían?

Volvió a mirar las fotos, centrándose en sus amigas y fue cuando en serio quiso vomitar. Amélie también salía con un vampiro, había dejado a sus dos amigas solas en presencia de un grupo de vampiros que podrían drenarlas en cuestión de segundos.
Había sido tan egoísta que no había pensado en alertar a sus hermanas del alma. Salió de su cama, tropezando con la manta y maldiciendo en voz baja, descendió las escaleras rápidamente buscando su mochila que estaba junto a la puerta de entrada.

ADORE YOU ~ EMMETT CULLENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora