Catorce

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Decir que estaba maravillada quedaba corto y el muchacho junto a ella lo creía fielmente pues no bastaba más que mirar la reacción de la rubia para sumar dos más dos

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Decir que estaba maravillada quedaba corto y el muchacho junto a ella lo creía fielmente pues no bastaba más que mirar la reacción de la rubia para sumar dos más dos. Tenía su boca abierta en una pequeña "o", sus brazos alrededor de su cuerpo y sus ojos iban de las inmensas ventanas a lo que se podía ver en el interior.

Iris estaba seguro que hasta la maceta junto a las escaleras del porche valía más que su vida. No pudo evitar mirar curiosa casa decoración, la elegancia del hogar y admirar las inmensas habitaciones: del lado izquierdo dónde sería la sala de estar, o al menos así creyó ella, se encontraba un piano en perfecto estado en una esquina, dos gigantes librerías y unos sillones de cuero que sabía que valían demasiado por el simple material. Había un tele mucho más grande que el de la casa de Amélie (y eso era bastante que decir puesto que la castaña era la que tenía mejor adquisición monetaria entre las tres), el suelo era de madera y se encontraba perfectamente lustrado.

Frente a ella había un pequeño pasillo y unas escaleras, había alcanzado a ver dos puertas una enfrentada a la otra y por último, una puerta cristalina que daba al patio. Decir "casa" se quedaba pequeño ante tal mansión.

Observaba cada detalle, cada cuadro, portaretrato, adorno, incluso los porta abrigos. Todo combinaba a la perfección y gritaba elegancia en distintos idiomas.

Se paró recta y junto sus manos en su vientre cuando el señor y la señora Cullen se aparecieron. Les brindo una tímida sonrisa.

-Hola- caminó unos pasos hacia ellos extendiendo su mano- Soy Iris Olsen, un placer conocerlos - jamás había visto a seres tan perfectos en su vida, estaba cautivada completamente.

El señor Cullen no debía tener más de treinta años, incluso creyó que tenía menos. Su rostro era pálido con su perfecta cutis, no tenía ninguna mancha o cicatriz a la vista, su cabello era dorado al igual que sus ojos y tenía una dulce sonrisa. Seguramente había sido todo un galán durante su adolescencia.

-El gusto es nuestro, Iris - respondió con una aterciopelada voz mientras recibía gustoso la mano-.

-Ya comenzábamos a creer que la chica de la cual Emmett nos hablaba tanto era ficticia - habló la señora Cullen mientras le sonreía- Eres incluso mucho más hermosa y adorable de lo que nos dijo - añadió causando un leve sonrojo en ella-.

La señora Cullen parecía una madre de derecha a izquierda, tenía un rostro amable y cautivador al igual que su voz, le encontró similitud a un corazón. Unas finas ondas color café caían abajo de sus hombros, su postura era de realeza y su sonrisa incitaba a confiar ciegamente en ella.

-No me avergüencen, por favor - se quejó en voz alta el pelinegro-.

-¿Habla de mí? - le dió un pequeño codazo en juego mientras sonreía burlona- Su casa es muy hermosa, señor y señora Cullen - volvió a comentar respetuosa-.

ADORE YOU ~ EMMETT CULLENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora