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-Claro que no - fue la respuesta automática de la rubia-.
-Vamos bebé - su novio se había puesto de cuclillas frente a ella- ¡Es solo un partido de béisbol! -.
-En dónde va a estar Isabella - abrió sus ojos de forma exagerada con obviedad-.
-Puedes ignorarla - apoyó sus manos en las rodillas de su novia-.
-Porque mejor no tomo el té con ella mientras cocinamos galletas - soltó con sarcasmo mientras sonreía falsamente- absolutamente no - negó decidida para volver a su rostro serio- ¡Estoy completamente segura que hará algo para molestarme! -.
-¡Vamos, bebé! - volvió a mirarla con ternura-.
-No - negó decidida- es mí maldita respuesta final-.
-Adoro cuando te pones firme - se levantó de su lugar para besar el rostro de su novia-.
Emmett sonrió con aquellos ojos llenos de admiración al ver a su novia vestir un pantalón de joggin salmón junto a una campera del mismo color, su remera blanca era un poco corta permitiendo la vista de su ombligo. Se encontraba a su lado, con los brazos cruzados y el ceño fruncido.
Ambos bajaron del Jeep encaminandose al resto del clan, mientras él le daba besos en la coronilla.
No podía creer que había accedido a aquello, sabía que la chica Swan no era de sus personas favoritas (incluso antes de que Atenea explotara) y que sería difícil de convencer de asistir. Sin embargo, allí estaba, saludando a todos con repentina emoción. Su hermano e Isabella no están ahí o al menos por el momento.
Oyó como claramente Iris le comentaba a Rosalie que no había tenido ganas de venir pero ante la insistencia de él accedió.
La tormenta cada vez estaba más cerca, las densas nubes indicaban que era muy probable que en cualquier momento se produjera una tormenta eléctrica y el helado viento ayudaba a ello.
El inmenso terreno se encontraba baldío, en algunos sectores el césped llevaba un poco más arriba de los talones de la rubia mientras que dónde se encontraban ellos habían unas casi invisibles señas de las distintas bases.
No le fue difícil a Iris descubrir que a los Cullen les encantaba jugar al béisbol y tampoco le fue difícil descubrir que hacían demasiada trampa. La primera vez que los había visto jugar se había asustado ante el impacto entre los cuerpos, el sonido que producían era idéntico a cuando un rayo impactaba, fue allí cuando comprendió porque debían esperar al clima perfecto. Edward y Emmett eran los que más competían entre sí, al igual que Rosalie. Le divertía ver cómo se mataban entre ellos con total de anotar a su favor y más de una vez los había comparado con monos, obteniendo una queja del cobrizo. Incluso, la tercera vez que los vió jugar quiso unirse a ellos, pero fue completamente inútil por lo que se posicionaba junto a Esme y trataba de observar cada movimiento del clan.