Capítulo 11

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Dasha

Dos horas para la reunión con Mason

Habíamos abandonado el palacio para alojarnos en uno de los mejores y más seguros hoteles de San Petesburgo.  Nuestros agentes de seguridad lo tenían todo bajo control, habían asignado cincuenta hombres para vigilar el interior del teatro y otros cincuenta para las afueras.
Nicolay, mi padre y un grupo de técnicos esperarían escondidos en una camioneta blindada donde controlarían las cámaras y movimientos del lugar.

—¿Lista?—preguntó mi padre que acababa de recogerme de mi suite.

Le asentí y dediqué una mirada tranquilizadora mientras bajábamos por el ascensor. Durante los últimos días había estado muy nervioso e inquieto, de aquella negociación dependía el futuro de mi madre que ahora colgaba de dos hilos: la vida o la muerte.

Estaba nerviosa, claro que lo estaba, si lo hacía mal, si fallaba y no convencía a Mason una de las personas más importantes de mi vida moriría, por no pensar en las torturas a las que le había estado sometiendo, porque si Mason pensaba matarla no sería una muerte rápida, sino lenta y con sufrimiento.

Las puertas del ascensor se abrieron para encontrarme con Damien esperando en recepción. Una parte de mí sintió alivio y seguridad al verlo, al saber que estaría a mi lado y tendría un apoyo frente a Mason, que si las cosas se torcían el estaría ahí para ayudarme, aunque esa noche todo dependía de mí, de mí y de nadie más.

Sus ojos se pararon en mí con asombro al verme llegar, me había puesto un vestido blanco largo que dejaba mis hombros al descubierto, era un diseño especial, la parte de abajo era desmontable de modo que si las cosas se torcían y tenía que defenderme podía quitarme la larga falda de abajo y quedarme en unos pequeños pantalones que iban unidos a la parte superior. Me había recogido el pelo en una coleta despeinada y con ondas que caían de ella, y en cuanto al maquillaje había sido algo sencillo.

Me acerqué a él todavía agarrada de mi padre, Damien iba muy guapo, se había puesto un traje clásico que le daba un toque maduro y elegante y se había peinado el pelo hacia atrás dejando totalmente a la vista sus ojos marrones como el café y los rasgos tan bonitos que tenía en el rostro.

Sus labios estaban entreabiertos dejando un pequeño hueco libre entre ellos y sus ojos estaban puestos en mí. A una parte muy interna de mí le encantó sentir sus ojos y atención sobre mí, y otra un poco más externa todavía seguía nerviosa por la reunión y ahora por él.

Volví a percibir aquella fragancia que desde el primer día había captado mi atención, embelesándome.

—Damien—dijo mi padre e inmediatamente él apartó su vista pérdida de mí para dirigirla a él. No pude evitar preguntarme en lo que estaría pensando al mirarme de aquella forma.

—Hoy espero lo mejor de ti.—Le dio una palmadita en el hombro.

—Sí, señor.—Damien asintió y volvió a la concentración habitual que tenía en situaciones de tensión.

Mi padre se despidió de mí.

—Todo saldrá bien—le dije antes de subir a la limusina sabiendo que podría ser la última vez que lo viera porque me estaba metiendo en la boca del lobo. Damien se metió detrás de mí después de haber intercambiado unas palabras con mi padre que apenas pude oír.

Entre nosotros se notaba tensión, ninguno habíamos hablado durante todo el camino dejando que un silencio incómodo se apoderará del momento.

Al fin el chófer aparcó delante del teatro Mariinski donde un montón de gente vestida elegantemente se reunía y entraba.

La Rusalka RojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora