Dasha
—Hola, sobrina.
—¿Qué?—respondí ante aquella cosa absurda que acababa de decir.
—Creo que ya era hora de que nos conociéramos ya que tus padres nunca han querido presentarnos.
Fruncí las cejas. ¿De qué hablaba? Mis padres habían sido hijos únicos.
—Creo que si tuviera una tía lo sabría—contesté echando un vistazo a la pistola que tenía entre sus manos, la cual apuntaba a mí.
Ella suspiró y tras ello bajó su arma.
—Me parece que no hemos empezado con buen pie—extendió su mano hacia mí—. Mi nombre es Adelaida, Adelaida Romanova. Supongo que por lo menos tu madre no te ocultó su verdadero apellido.
No me moví, dejé la pistola quieta en la cabeza de Mason ¿Quién me decía que no todo aquello tan solo era una distracción para poder escapar?
Esa vez no lo dejaría salir con vida.
—Melanka Romanova, así se llamaba antes de que decidiera casarse con el don Juan de Ivan.
En aquello no mentía, el apellido de soltera de mi madre era Romanova, ella misma me lo había contado. Pero cualquiera que hubiese investigado un poco lo habría sabido.
La escuchaba confusa.
Aquellos rasgos que me habían resultado tan familiares, su pelo negro y liso, sus ojos azules, sus facciones. ¿Podía ser posible? ¿Podía ser verdad?
Si hubiese tenido una tía mis padres me lo habrían dicho, aunque habían sucedido tantas cosas con mi padre que ya no sabía que pensar y mi madre... bueno, estaba muerta. Y justamente había sido asesinada por el cabrón al que estaba apuntando con mi pistola.
—Mientes—dije sin vacilar en mi pose desafiante y cuidadosa.
—Es normal, si yo hubiese traicionado a mi hermana para fugarme con el hombre del que ella estaba enamorada tampoco mencionaría a mis hijas su existencia. Y sobre todo cuando lo único que busca es venganza.
¿De qué cojones hablaba? ¿Qué estaba diciendo?
—Lo quieras creer o no, soy tu tía, desgraciadamente. Aunque ya veo de donde sacaste los genes...
Decidí no apartar mis ojos de ella, cualquier despiste podría ser aprovechado y sabía que con ese numerito estaba intentando desviar la atención.
Fuera quien fuese, no sabía quién era Adelaida Romanova y mucho menos pensaba dejarme guiar por sus afirmaciones. Las afirmaciones que salían de una mujer que había entrado apuntándome con una pistola a la cabeza.
—¿De verdad crees que voy a creerte?—inquirí.
—Oh, no, claro que no, Rusalka. No eres tan tonta como para hacerlo.
Todos nos movimos alertados al ver que metía la mano en su bolsillo.
—Tranquilos, tranquilos, es solo un trozo de papel, viejos y malos recuerdos.
Sacó una foto.
—Bajad las armas—ordenó a sus hombres—. Bajad las armas.
Lo hicieron lentamente mientras que los míos las mantenían en alto, no pensaba dar la orden de que las bajaran.
Sentí como inmediatamente después alguien se colocaba a mi lado.
—A buenas horas—le susurré al ver que era Damien.
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La Rusalka Roja
ActionMi nombre es Dasha, Dasha Vólkova aunque todos me conocen como la Rusalka roja. En Rusia una rusalka es una ninfa de doble existencia, acuática y forestal, que cuando ve a un hombre lo hechiza con su dulce voz y lo lleva al fondo del lago hasta ahog...