Sus lágrimas se deslizaban sin cesar por sus mejillas, esas pequeñas y molestas saladas gotas le nublaban la vista arrasando con todo el maquillaje a su paso, eso de pestañina a prueba de agua era bastante relativo cuando se trataba de enfrentarse a un llanto incesable que era limpiado con fuerza en el dorso de las muñecas. Ese rastro negro ya empezaba a hacerse visible debajo de los ojos haciéndola parecer con unas enormes ojeras, era imposible no parecer un desastre cuando se había arrancado el sujetador de perlas que decoraba su cabello y ahora sus cabellos estaban levantados en todas las direcciones.
Pero su rostro no era el único indicio de lo lastimada que estaba, su vestido manga larga rosado con bordado blanco estaba manchado y parecía más el trapo viejo de una cocina que la hermosa prenda que su madre le había regalado unas semanas atrás. Estaba sentada al final de las escaleras de emergencia del edificio de solo seis pisos, en la cima justo al lado de la terraza podía sentir el frío viento de la madrugada que golpeaba su rostro congelando sus lágrimas.
Podía escuchar la música que provenía del quinto piso del edificio, justo del lugar donde ella se encontraba una hora antes de encontrarse en ese estado tan deplorable. Le dolía la cabeza por el ruido que hacían las personas de ese piso y el dolor de estomago producido por la ansiedad la estaba terminando de matar, quería irse a su casa darse un baño para limpiar todo el maquillaje y acostarse en su camada, pero como hacer si en ese momento su apartamento era invadido por cincuenta personas que bailaban y bebían por toda su sala, usaban su baño para vomitar y muy posiblemente sus mejores amigas estuvieran usando su cama de motel.
Ella debería estar ahí abajo disfrutando con sus amigos y algunos desconocidos que habían llevado sus invitados, se supone que esa sería su noche, la mejor noche, la fiesta que pasaría a la historia y el mejor cumpleaños que había tenido en sus veinticinco años de vida. Porque su mamá le había dicho que esa era la edad más bonita, que era llevar a la mitad de sus años jóvenes y que debía festejarlo en grande pues era uno de los números más bonitos; por eso ella quería celebrarlo en grande y aunque vivía lejos de su familia aún tenía a sus amigos y al chico que amaba o al menos eso creía.
Había decorado su casa con esmero, preparó cocteles y snacks para todos, pidió prestado un equipo de sonido para hacer un mejor ambiente y se había arreglado tan bonita pero parecía sacada de una revista de moda; estaba orgullosa con su resultado e incluso había logrado disfrutar de la fiesta hasta hace apenas una hora cuando el infierno se desató.
Ocurrió cuando entró a su habitación para sacar algunos cojines para sentarse en el suelo de la sala, fue entonces cuando se topo con una escena que nunca en su vida desearía repetir su novio se estaba besando con la que creía era su mejor amiga y ni siquiera se percataron de su presencia. No tuvo la fuerza de gritarles, separarlos y echarlos de su casa por el contrario salió de ahí corriendo y se refugió en las escaleras de emergencia donde empezó a llorar desconsoladamente.
Y ahora estaba ahí hecha un desastre en medio de la inmensidad de la noche y la soledad de su corazón, se sentía destruída ¿no se supone que era ese su día?, ¿qué empezaría un nuevo año lleno de alegría?, la supuesta edad bonita le había mentido en la cara y su corazón destruido no dejaba de hacerse preguntas. Su llanto ya estaba cesando pero la evidencia de la tormenta seguía ahí gritando en todo su cuerpo colapsado por eso sintió vergüenza cuando escuchó unos pasos subir por la escalera de metal y aunque quería cubrirse o hacer pequeñita ya era muy tarde pues el desconocido estaba ahí justo a cuatro escaleras de distancia mirándola con asombro.
No lo reconocía de ningún lugar, pero podía decir que era bastante apuesto para pasar desapercibido su mandíbula era sin duda lo que más llamaba la atención lo hacía ver varonil y como un verdadero peligro, pero en el momento en que le dedicó una sonrisa dejando apreciar sus pequeños ojos que se curvaban supo que en realidad era un osito gigante. Se pasó de nuevo el dorso del vestido por la cara tratando de limpiar lo destruída que se veía su cara aunque eso solo lo empeoraba todo.

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NCT [One shots]
FanfictionOda al erotismo, la sexualidad, la vida cotidiana y el delirio NCT One shots