Enemigos (Johnny)

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La ventanas empañadas del vapor que creaban sus cuerpos calientes, la respiración entrecortada, los gemidos quebrados y la sensación de no poder respirar hacían de la escena el momento más lascivo que ambos hayan vivido. 

El cuerpo de ella moviéndose de arriba a abajo con sus brazos aferrados al cuello del chico que trataba de profundizar sus penetraciones para alcanzar el orgasmo. La silla del piloto se había corrido lo máximo hacia atrás pero, aún no era suficiente espacio para los dos cuerpos desesperados por el placer. 

Quien se atreviera a pasar por ese lugar sabría de inmediato lo que ocurría en esa camioneta pues los vidrios cubiertos por vapor permitían visualizar la silueta de ese cuerpo de senos perfectos que rebotaban con cada penetración. Además, que los gemidos de ambos eran bastante audibles, por más que trataran de retenerlos besándose, era imposible no expresar ese calor que los quemaba por dentro. 

No necesitaban de palabras para entender lo que sus cuerpos querían, se conocían bastante bien al punto de saber lo que volvía loco al otro, sus puntos sensibles y cómo hacerle perder la cordura. Por eso no tardaron en alcanzar el orgasmo sintiéndose débiles por los espasmos de sus cuerpos que hacían lo posible por recuperar el aliento. 

Cuando la conciencia regresó a ellos se miraron por unos segundos donde dejaron salir esa incomodidad que siempre transmitían sus ojos, eran excelentes para entenderse en el sexo pero pésimos para hacerlo en cualquier otro aspecto. No conocían casi nada del otro, podrían hasta pasar por perfectos desconocidos pues ni eran capaces de mantener una conversación que no terminara en insultos. 

- Ya te puedes salir, quiero vestirme - el apuesto hombre de vibra extranjera le reclamó alzando una ceja 

-  Como si quisiera quedarme más tiempo contigo 

La chica separó sus cuerpos dando por terminada la tregua, ahí quedaron los cumplidos que intercambiaban para hacer sentir bien al otro, las caricias románticas que podrían pasar como las de un verdadero amante pero, en realidad no eran más que dos personas que se detestaban en su vida diaria. 

Tomó sus cosas tratando de vestirse lo más rápido que pudo, ni siquiera preocupándose por ponerse la ropa interior, solo cubrió su cuerpo con el corto vestido de lentejuelas, se abrochó los tacones y escondió las bragas en su bolso. 

- Pontelas - la gruesa voz le hizo entender que era una orden 

- Vete a la mierda - trató de abrir la puerta del pasajero pero el seguro se lo impidió - Déjame salir 

- Pontelas, ahora - suspiró pues sabía que ese chico a pesar de decirle todo el tiempo lo poco que le importaba con quién salía ella era un posesivo que siempre acababa haciendo una escena de celos cuando la veía coqueteando con alguien más. 

- Bien, ya lo hice ¿puedo irme ya? 

- Piérdete, zorra 

- Imbécil

Su relación siempre había sido de esa forma, desde el primer día que se conocieron en la clase de economía, pues los dos estudiaban Administración y curiosamente estaban en el mismo semestre. Fue lo que sus compañeros llamaron Odio a primera vista; el porte relajado del chico, su caminar descuidado,  lo mucho que se reía, sus bromas y lo confianzudo que era con todos fue lo que hizo que ella lo detestara desde el primer momento. 

Pero lo que hizo que lo odiara aún más fue el hecho de que siempre salía con una chica diferente cada mes, las embobaba con sus palabras hermosas y cumplidos para luego dejarlas con el corazón partido; lo despreciaba con cada pedazo de su corazón entonces ¿por qué se había acostado con él en primer lugar?

NCT  [One shots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora