.Capítulo 4.

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.BUEN TRABAJÓ.

Después de un año sin coger una pistola o un simple teaser quieras o no has perdido un poco la práctica, ¿Qué quiero decir con todo esto? Pues...

-¿¡Pero qué coño está haciendo agente Pérez!? -grito el ruso por la radio sin dejar de disparar, Horacio observó nervioso la pistola y después al ruso que estaba a unos metros disparando mientras se cubría tras el patruya.

Si sumamos la falta de práctica más los malos recuerdos que me daba coger esa pistola, el resultado es yo paralizado en un código tres donde se habían roto las negociaciones mientras cierto ruso me gritaba.

-Yo... No... -murmuró bloqueado.

-¡Espere, voy a su posición! -exclamo. Volkov fue en dirección de Horacio sin dejar de disparar, sabía que si no hacía algo posiblemente el agente terminará muy mal parado, una vez se puso junto a él se sentó en el suelo apoyando su espalda en el otro patruya recargando el arma -. ¿Pero qué le pasa? -pregunto seguido de arrodillarse y disparar.

-Tal vez me apresure al venir a trabajar sin prepararme mentalme...

-Entiendo que no se sienta capacitado, Horacio... -dijo pausadamente -. Pero si le soy sincero, Leonidas ha caído y solo me quedas tú, yo no puedo solo -admitio, al no recibir respuesta supuso que estaba solo, tampoco quería obligarle.

Sin decir nada más decidió cambiar de posición, iba a entrar en al tienda, más cuando iba de camino dos balas se abalanzaron contra el ruso, en el brazo, este gruño volviendo a ponerse a cubierto apretando el lugar donde había la herida de bala.

Recuerdo el momento de incertidumbre y miedo. Me sentía inútil, ni podía hacer nada, bueno, no podía hacer nada hasta que decidí mirarle.

Horacio observó cómo el ruso apretaba su brazo con fuerza, la sangre salía de su agarre tan fuerte, jadeaba un poco pero en ningún momento nosotros debilidad.

Como si una fuerza mayor me hubiera tocado la nariz cogí el arma con una cosa en mente. Ese día el ruso y yo saldríamos de ahí impunes.

Horacio preso de la preocupación se levanta de su posición comenzando a observar a todos los lugares, observa que arriba en el edificio de al lado hay un tirador.

-¿Horacio que...? -el ruso fue interrumpido por el chico disparando al tejado mié tras retrocedía al lugar donde estaba el comisario abatiendolo. El ruso observó apretando su brazo con algo de impresión, mientras que el chico le observada de reojo con una media sonrisa.

Desde ese día nos fuimos volviendo más y más cómplices, ¿Por qué? Aún sigo intentando saberlo.

El atraco fue ligero, un patruya me reforzó y pude llevar al comisario, casi arrastras, al hospital.

-Cuanto tiempo, Horacio -dice el doctor con una sonrisa mientras le vendaba el brazo al ruso.

Si, eso que leen fue un momento realmente incómodo, ¡Se me había juntado el ganado!

Horacio sonríe algo nervioso -. ¡Si, de hecho si! -exclama -. Demasiado.

-¿Dónde estuviste? -inquiere curioso, el ruso resopla mirando al techo en busca de paciencia, Horacio observó al comisario y luego al doctor que estaba cortando la venda.

-Perdido, estuve muy perdido -admite -. ¡Pero oye, aquí estoy!

-Si, yo también me encuentro aquí -habla malhumorado Volkov -. ¿Les traigo unos cafés y de paso unas pastas?

El doctor sonríe pegando la venda con un esparadrapo -. Si insiste -dice con una pequeña sonrisa caminando a su escritorio y escribiendo en el libro de recetas, una vez escribió algo arrancó la hoja y camino al comisario una vez más, este ya había bajado de la camilla, el doctor le tiende el papel -. Si le duele mucho le aconsejo que tome Ibuprofeno, si el dolor es aún más insoportable y punzante le pido que venga y le observaré con más detenimiento, por suerte solo le rozo el brazo, pero por si las moscas, venga si es necesario.

El ruso asiente quitándole de un movimiento brusco la hoja y saliendo de la sala -. Gracias -le sonríe el de la cresta seguido de salir casi corriendo tras el ruso -. ¡Espere Volkov! -exclama alcanzandole -. ¿Quiere que le lleve a casa? -indaga.

El ruso le observa -. Oh, no es necesario -murmura saliendo del hospital -. Por cierto, gracias por haberme hechado un cable y traerme. Le debo una.

-¡No es molestia Volkov! ¡No agradezca! -le sonríe con sus mejillas algo realidad de un color enrojecido.

El ruso con un pequeño suspiro detiene su paso giradose a observar al chico -. Enserio, se lo agradezco, ha sido muy valiente, bien hecho -le felicita posando una mano en el hombro del chico, Horacio emocionado levanta su mirada observando los ojos azulados del ruso, sonríe -. Buen trabajo -dio un pequeño apretón seguido de retirar su mano y caminar al patrulla, Horacio, que se había quedado mirando donde antes estaba él comisario, estaba hirviendo, su rostro estaba completamente rojo y su respiración agitada -. ¿Horacio no viene? -inquiere su superior abriendo la puerta del piloto.

-¡Voy! -canturreo dando un pequeño trote hasta la puerta del copiloto, una vez abrió la puerta observó al comisario con una sonrisa u se sentó en el asiento.

Recuerdo que era la primera vez en mucho tiempo que no me sentía tan libre de dolor emocional.

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Se Fini.

Le causa ternura Horacio. Horacio está chikito, hay que cuidarlo.

Si este capítulo es un poco más diferente a los anteriores, no me culpes, hace tanto que no escribo aquí que ya no recuerdo cómo iba la narrativa de este.

Un beso.

-N.G.A

Ámame. VOLKACIO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora