·Capítulo 27·

811 113 42
                                    

El cielo estrellado una vez mas era observado por la mirada heterocerca del chico mas risueño pero problemático de la ciudad, se estremecio levemente apoyando sus brazos en la barandilla del balcón, con ambas manos sostenía el baso de vodka que su compañero de trabajo le había ofrecido.

Bonita luna llena, ¿No cree? preguntó una voz tras suya posando sobre sus hombros un sedoso y cálido abrigo, con una mano tomo los extremos de cada parte cerrándolo un poco, hallando mas de calidez de lo que ya albergaba, para poder combatir con el frió que habitaba por todo su cuerpo.

Soy amante del sol afirmo el chico sin mirarle —, da calidez e ilumina con intensidad.

El ruso se poso a su lado, copiando la acción de apoyarse en la barandilla —. Creí que le gustaría la luna —dijo pensativo mirándole de reojo al chico, embriagándose con la preciosa imagen mental que intentaría recordar hasta la saciedad.

—Gustabo me enseño a vivir en la noche —afirmo una vez mas sonriendo mientras alzaba la mirada observando al ruso —, pero eso no significa que ame la luna tanto como usted la ama —un silencio de unos segundos se formo, siendo roto por el chico que decidió enmudecer —. No puedo amar algo que le tengo envidia.

Viktor le miro extrañado —, ¿Envidia a la luna?

—Si —dijo obvio volviendo a mirarla —. Envidio demasiado que a pesar de que la luz no le pertenece, te deja que la observes, no como el sol... Te acompaña en tus peores noches donde tus lagrimas empapan la almohada... Envidio que esté ahí sin un pero, envidio que use la luz ajena para brillar de manera única. 

—No creía que usted fuera tan profundo... —murmuró.

—Ni yo que usara excusas para traerme y luego divague en trivialidades —le sonrió aun mas, con inocencia y cariño.

—¿Disculpe? —preguntó con nerviosismo.

—¡Oh vamos! —exclamó sonriendo dándole un leve golpe con su mano libre en el pecho del ruso —, eres Viktor Volkov, comisario del CNP y CNI, eres la puta mano derecha del viejo, ¿intentas hacerme creer que tú, quien me enseño a realizar denuncias, no comprende algo? —tomo una leve pausa, ambos se veían con la intensidad de mil soles —, ¿Para qué me has hecho venir a estas horas, Volkov? —le pregunto en susurro, pero con el cariño en cada palabra palpable.

—Viktor.

—¿Qué? —preguntó extrañado.

—Ya no quiero que me llame como los demás lo hacen —los labios de Horacio se abrieron por la enorme sorpresa de aquellas palabras, que, por primera vez estaban llenas de cariño, casi libres de la fría personalidad del ruso.

—Ya no quiero que me llame como los demás lo hacen —los labios de Horacio se abrieron por la enorme sorpresa de aquellas palabras, que, por primera vez estaban llenas de cariño, casi libres de la fría personalidad del ruso

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

15 comentarios y otro uwu.

By:NGA.

Ámame. VOLKACIO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora