.Capitulo 20.

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Mientras caminaba de manera apresurado por los pasillos de la comisaría, llamaba al número del mexicano, su amiga le apuñalaba casi matándolo y Emilio iba a verle, que cínico.

Cuando iba a volver a intentar darle a llamar alguien agarro su codo deteniéndole, haciendo que este diera unos pasos hacia atrás chocando con el pecho de alguien alto, levantó su mirada haciendo que su cabeza fuera apoyada con el de atrás observando al ruso, frunció el ceño separándose de este —. ¿Qué quieres? —se giró a mirarle.

—Está dañando la investigación con sus impulsos, debe de...

—¡Volkov me han apuñalado! —le gritó recordándole el suceso —. No estoy dañando la investigación, la estoy acortando. Se donde puede estar esa perra, así que deja de molestar de una puta vez —alzó las manos aún con el teléfono exagerado.

—¡Se perfectamente que le apuñalaron, estuve ahí, le vi tendido en el suelo! —le gritó de vuelta.

—¡Podrían haberme dejado morir! ¡Así evitaba volverle a ver! ¡Evitaría tener cerca a una persona bipolar, por que créame eso es lo que es usted! —acusó dando golpecitos en el pecho de este con su dedo índice.

Volkov le dio un pequeño golpe a su mano apareándola de él —. Debería agradecerme haberle salvado la vida ¡Desagradecido!

Horacio sonrió mordiendo su labio inferior, este negaba con la cabeza buscando retener sus impulsos de matarle allí mismo y luego llorar por ello —. Gracias, gracias por devolverme a este mundo en completa soledad, con mi hermano muerto, sin familia, sin respeto, con dolor en el alma, con la persona que amo haciéndome daño constantemente y no tener la capacidad de tan siquiera olvidarle. Gracias Volkov, gracias por devolverme a mi horrible vida, pero a la próxima no se tome tantas molestias —dijo para darse la vuelta y marchándose por los pasillos llamando una vez más a cierto mexicano.

Ahora pensarás "explicado" o estarás modo "pobre Horacio" más solo estaba siendo sincero, mi vida en ese momento era una completa ruina y no veía mal dejar mi vida de aquella manera. Pero cierto dúo policial no vieron esa propuesta con buenos ojos e hicieron lo imposible por devolverme a este mundo, cosa que para bien o para mal consiguieron.

Mientras caminaba con prisas una figura grande camino con este, levantó la mirada observando al barbudo —. Si vas a decirme que no...

—Te equivocas, voy contigo como amigo normal y corriente que quiere ayudar a su amigo a cualquier locura —se encoge de hombros, Horacio sonrió.

De verdad que Greco era un jodido sol.

—¿Emilio? ¿¡Dónde estás!? —dijo saliendo de la comisaría, al fin le cogía el teléfono.

A esta altura de la historia te preguntarás por qué cuando hablo de greco hablo como si ya no estuviera; pues es que es así. Greco desapareció de Los Santos hace más de dos, simplemente desapareció sin dar rastro.

Ahorita estaba en garaje central —dijo el mexicano con el barullo de fondo —. ¿Para qué, joto? ¿Qué quiere de mi? —interrogó.

—Nos vemos en tu casa —dijo decidió el de la cresta.

—No me dijiste el para que, crestitas —habla con desconfianza tras la línea.

—Lo sabrás cuando me veas —y con eso colgó la llamada observando a Greco —. Al norte, ya tenemos rumbo Greco.

Puede sonar descabellado que decidiera jugarme la vida así, pero una parte de mi, pequeña, reconocía a esa mujer, se negaba a que otros policías no me dejaran salvar mi ego y descubrir quien era ella.

—¿Ya cambiaste a Gustabo por uno con barba? —se cruzó de brazos el mexicano observándole de manera dura.

—¿Qué coño dice? —habló brusco, más el de la cresta le mandó a callar con la mirada.

—Emilio no vengo ha hablar de eso... —murmuró —. Amelia García, ¿Te suena?

Emilio fingió que pensaba unos breves segundos —. Pues, wey no, no mame, no me suena.

Horacio sonrió con falsa pena —. ¿No te suena?

—No nada —se encogió de hombros.

Horacio se rio sin gracia mirando a Greco —. ¿Oíste eso? Dijo que no le suena —comentaba riéndose mientras señalaba al mexicano, segundos después se giró a Emilio borrando su sonrisa, se abalanzó a este agarrándole del cuello de su camisa estampándole en la pared —. Escúchame pedazo de mierda ¡No me mientas en la puta cara! —gritó con rabia, Greco observaba con precaución por si debía hacer algún movimiento.

—¿¡Pero qué hace!? ¡Está pediendo el juicio! —exclamó cabreado el de la coleta.

—¡Lo perdí hace mucho Emilio! —le sonrió —. Así que dime sobre Amelia García o te matare sin un puro escrúpulo.

—¡Está bien! —se rindió —. Esa pendeja viene con sed de venganza. Mataron a su padre y busca vengarle. No sé más joto. Solo le ayude con algunas cosas de la cuidad, pero ya está.

—¿¡Dónde la puedo encontrar!?

—Suele estar haciendo negocios conmigo, así que por norte —Horacio soltó al chico —. Mañana vendrá para que le venda una pistola, sobre las 23:45.

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Corto, lo se, pero me da iguaaaaal. Ahre. Espero que os halla gustado, un beso.

—N.G.A

Ámame. VOLKACIO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora