Capítulo 13

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CAPÍTULO TRECE

Mis padres

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NARRADOR OMNISCIENTE:

   La persona misteriosa se levanto de inmediato contemplan la mancha color chocolate que ahora poseía su campera, sin mostrar signo de querer ayudar a levantar a la joven castaña, que al notar eso se incorporo despacio por cuenta propia.

-¡¿Pero que te pasa ,chiquilla?!,¡Mira lo que hiciste!- Le replica fuerte con voz gruesa, es entonces cuando Emma se digna a mirar a la persona que la choco, era un muchacho, que aparentaba aproximadamente unos dieciocho años, quizás menos, su pelo era tan negro como la noche, piel media morena y sus hermosos ojos grises brillaban con furia y frialdad.

-¡¿Yo?!,¡Pero si tu fuiste él que me choco!-Se defendió Emma.

-Mira, mocosa, yo que tu me quedo callada y la próxima fíjate por donde caminas- Reclamo apuntándola con el dedo.

-¿Quién te crees para decirme mocosa, idiota?- La chica no se iba a quedar atrás en la discusión, si algo había aprendido era a defenderse. Y no le importaba que el orangután éste midiera como un metro con ochenta y siete, ella sin miedo le haría frente con su bello metro con cincuenta y cinco.

-Solo quítate de mí camino,"Petisa"- La desafió con la mirada. Grave error, Maya noto eso, y no sabia que hacer, ya que para ella los dos se comparaban con un par de fieras a punto de atacar. Emma ya estaba que le salia humo por las orejas. Lo próximo que hizo fue tan rápido que tomo desprevenido al chico. Encajo su pierna con la él y la jalo hacia atrás, volteándolo en el piso. Y agarrándolo del cuello de su campera se acerco intimidante.

-¿Por qué mejor no te quitas?-Dijo "tranquila" pero desafiante, para soltarlo bruscamente, caminar a Maya y  seguir el camino. Emma seguía cabreada, pero respirando se dijo a si misma que no valía la pena. Volteo hacia Maya que ya la estaba mirando.

-¿Qué...?-Pregunto siendo interrumpida.

-Eso...- La castaña hizo un breve silencio par luego continuar sorprendida y emocionada-¡Estuvo genial!. Como te le enfrentaste y lo dejaste en el piso, tienes que enseñarme a hacer eso. En serio, por como se miraban y junto con la vibra tan pesada que había, parecían dos bestias- Emma no sabia que comentar de ese desagradable encuentro.

-Mejor volvamos a tu casa-Cambio de tema.

-Sí, creo que ya es hora, se preocuparan sino-Le apoyo. 

   Emprendieron camino, Maya le ofreció comprar otro helado pero Emma lo rechazo con cortesía  diciendo que no hacia falta y tenían que llegar rápido. Emma la observo unos minutos, no comprendía porque la chica era tan amable con ella a pesar de la mala actitud que recibía de su parte. Sí,  admitía que no la trataba de la mejor mañera, pero no podían obligarla a confiar en alguien que apenas conocía, alguien que sospechosamente trataba de hacer que se quedara en su casa y la cual no sabia si le traería problemas en un futuro.

   Bajaron del taxi que las llevo, mientras Maya le pagaba a la mujer, Emma se agacho en la vereda para apreciar el arbusto de bellas flores color amarillo que vio, disfruto un instante de su fragancia. Fue cuando observo un auto estacionado delante de la casa, que supo que ellos ya estaban aquí. No sabia a que se enfrentaría, si a unos asesinos, mafiosos, alguien que conocía su secreto y quería matarla o desviarla de su objetivo, o en el mejor caso, a unos padres totalmente desinteresados de sus hijos que dejaban que metieran desconocidos a su casa.   

   Camino a espaldas de Maya, que se dirigía a la puerta, saco un juego de llaves y abrió.

-¡Papá!¡Mamá!¡Ya estamos aquí!- Dijo casi gritando, se escucho pasos acercándose y de un pasillo salio un hombre alto de piel oscura, seguido de una mujer castaña, Emma al instante los reconoció como la pareja que aparecía en los cuadros de la casa. El señor con una sonrisa, que heredaron sus hijos, hablo primero:

-Maya, hija, que gusto verte- La salido con un abrazo.

-Mí niña, nos tenias preocupados, ¿Porqué tardaron tanto?- Pregunto repitiendo al acción de su esposo.

-El tiempo se nos paso, Mamá. Lo siento- Correspondió su abrazo-Mamá ,papá- Les dijo poniéndose a la par de Emma- Ella es Emma, aparentemente no tiene donde quedarse, y quería pedirles que la dejaran vivir aquí por un tiempo- Dijo esperando una respuesta positiva. Hasta Emma se puso nerviosa por lo que responderían. Los señores  se miraron dudosos, pero la mujer le pareció mejor presentarse antes de responder.

-Hola, Emma. Mí nombre es Libby , y él es mí esposo Víctor, un gusto- Extendió su mano y la chica se la estrecho gustosa.

-El gusto es mio- Les sonrió a ambos cortésmente.

   La mujer le dio una mirada a su hija, que la interpreto al instante. Los tres se fueron a la otra habitación, para hablar a solas. Emma podía escuchar como susurran cosas que no alcanzaba a entender. En un punto los entendía, ¿Qué persona dejaba que un desconocido se quedara en su casa?. Ella podría ser una asesina en serie o una ladrona, y ellos no podrían saberlo. Así que se sentó a esperar que ellos volvieran y le digieran que se largara de su casa. Aparecieron luego de unos minutos.

-Dejaremos que te quedes-O estas personas son muy amables y confiadas...o muy estúpidos . La señora le sonreía a la par de la enorme sonrisa de su hija- Maya ya nos contó de ti por teléfono, y si ella confía en ti, nosotros también- Termino de decir.

   Después de eso, los cuatro se pusieron de acuerdo y se fueron a el patio a pasar el rato. Emma seguía sin hablar demasiado, para ella esto era como caminar sobre un lago congelado, pasos lentos, tanteando a todo momento el piso, para estar segura y no ser hundida. A los señores pareció caerle bien la chica, no veían nada de maldad en su mirar. Por otro lado, Emma le pareció que eran las personas más simpáticas que había visto, en un momento saco el tema de trabajar para pagar sus gastos, como el de que no se quedaría por mucho tiempo, ellos se negaron diciendo que no era necesario que les pagara  su estadía. No le pareció que la dejaran quedarse sin que ella ayudara en nada, además que cuando se valla necesitaría el dinero, así que se decidió en unos días empezar a buscar empleo.

   Cuando anocheció comieron juntos, la invitada le agrado estar en un ambiente tan familiar, al terminar ayudo a lavar y cada uno se fue a su respectiva habitación despidiéndose con un "Buenas noches". Emma ya acostada fue cayendo poco a poco en los brazos de Morfeo hasta envolverse en un gustoso sueño.



Mí Misión-Cameron Boyce- (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora