"Todos tenemos un propósito en este mundo de infinitas posibilidades".
Emma Stanford. Si no conoces su historia, dirás que solo es una simple chica.Pero, quizás, para desgracia de ella no lo es,el curso de su vida ya fue profetizado por la "loca"...
Despertó sentándose de golpe, la sensación de caída la había sacado de su sueño. Miro a su alrededor desconcertada, suspiro al darse cuenta de que estaba en su habitación. Aún descalza salió del cuarto, fue por un largo pasillo, estaba buscando algo,o a alguien.
Al encontrare con la cocina, descubrió a una mujer de espaldas, era bajita y delgada, llevaba un delantal, su pelo castaño estaba suelto. Ésta volteóo.
-Cariño, despertaste temprano- Exclamó.
-Buenos días, mamá- Le sonrió Emma.
-Buenos días, mí vida- Dijo Lucy besando su mejilla- ¿Te sirvo el desayuno?-.
-Si, por favor- Pidió sentándose a la mesa.
-¡Mis amores!- Exclama una gruesa voz desde el marco de la puerta. El hombre alto, de pelo negro y ojos café, camino hasta Lucy, la toma por la cintura y la besa dulcemente. Ambos se sonríeron con cariño. Emma hizo una exagerada mueca ante la melosa escena de sus padres. Segundos después otra figura apareció por el marco de la puerta.
-¡Gus Gus!- Exclamó la chica al ver al adorable preadolescente.
-¡Emma!-Dijo con la misma emoción. Su sonrisa levantaba sus gorditas y pecosas mejillas, logrando que se viera el doble de tierno, aún cuando ya casi había dejado de ser un niño.
-Tu desayuno ya está listo, mí cielo- Aviso Lucy regalándole una sonrisa.
-Gracias, mamá- Dijo sentándose a la mesa.
-¿Y cómo dormiste, hija?- Preguntó Thomas.
-Bien, creo- Dudó- Tuve un sueño muy extraño, ni yo se como imagine tanta locura- Admitió riendo. Lucy miro a su esposo, su mirada decía algo.
-Cariño, ¿Puedes ir a despertar a la abuela?- La chica asintió levantándose. Se paró frente a la puerta y toco.
-Pase- Dijo una dulce voz desde dentro.
-Hola, abuela- Emma entro, en el tocador de la habitación permanecía una mujer de tercera edad, que peinaba sus blancos rizos despreocupada- Mamá dijo que te despertara. Pero como ya lo estas, podrías ir a desayunar con nosotros- Propuso.
-Esta bien, voy en un momento- Miro a su nieta con sus enigmáticos ojos marrones, y le sonrió, Emma le devolvió el gesto.
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-Ha estado muy extraña estos últimos días- Comento discreta- ¿Crees que ya allá ocurrido?- Miró dudosa a su madre.
