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Día de la exposición de Shin

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Día de la exposición de Shin.
Huang Renjun.

Sus pies dolían y su pecho subía y bajaba en un agitado movimiento debido a su irregular respiración.Pero no debía parar, no podía dejar de correr.Debía llegar para estar con Dong en ese día como se lo había prometido, no se podía permitir fallarle.

Continuó corriendo por las calles de Seúl a la velocidad máxima que podía, tratando de evitar chocar con personas o con obstáculos, y mientras lo hacía en un ágil movimiento sacó su teléfono del bolsillo trasero de su jean y sin detenerse buscó el contacto que necesitaba apretando el icono de llamada.

Cinco tonos más tardes fue dirigido al buzón de voz, rodó los ojos molesto y volvió a apretar para llamar...nada.

La frustración que ya tenía acumulada se hacía cada vez más grande con cada tono que pasaba sin ser respondido.Y recién en la décima llamada por fin alguien contestó al otro lado.

—¿Renjun? —la dulce voz de una chica sonó.—¿Esta todo bien?, perdona que no contesté, estaba arreglándome—se apresuró a aclarar sonando preocupada  —seguramente por el ruido de su respiración sonando fuertemente—.

E inmediatamente se sintió mal, como una completa basura por hacerle eso pero no había encontrado otra forma.

—Yenmin, no iré —murmuró y se detuvo al ver que debía cruzar al otro lado y el semáforo estaba en rojo.El silencio al otro de la línea lo puso ansioso.

—Oh, ¿irás a...? —la pelinegra preguntó luego de unos segundos, ahora con su tono de voz más bajo y Huang supo de inmediato a que se refería, asintió aunque ella no podía verlo.

—Si, lo siento Yenmin

—Está bien —contestó pero el castaño sabía que no estaba del todo bien.—Ambos en el fondo sabíamos que esto sería así.

Él hizo una mueca al escucharle, sonaba decepcionada y se sintió culpable, porque sabía que lo que ella decía era verdad.Entre Yenmin y Shin el escogería siempre a la segunda, no podía negárselo.

—No puedo hacerlo Yen, lo intenté pero—se apresuró a decirle un nudo en su garganta acentuándose mientras trataba de explicarse.

—Está bien, con que lo hayas intentado Injunnie basta, ahora debo irme, el maquillaje no se quita solo —bromeo antes de cortar sin dejarlo despedirse.

El mayor solo pudo suspirar alejando el aparato de su oreja, se consoló a sí mismo diciendo que era lo mejor.Ya no podía seguir con eso, tratar de forzarse a algo a lo que su corazón se rehusaba.

Luego se encargaría de arreglar las cosas con la chica ahora debía enfocarse en Dong.De reojo le echó un vistazo a la hora, abriendo sus ojos con sorpresa cuando notó que ya era las cuatro, iba media hora tarde.

Levantó la vista y unos metros cerca visualizó por fin la florería, no entendía porque había tan pocas en Seúl y cada una alejada de la otra, había perdido cuarenta minutos buscando desde su apartamento.Negó con su cabeza tratando de relajarse y luego de pasar una de sus manos por su frente entró.

Musa|Renjun|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora