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Severus se encontraba en su oficina corrigiendo un grupo de pergaminos pertenecientes a los de segundo año, no dejaba de preguntarse si acaso apostaban entre ellos por ver quien tenía la peor caligrafía, definitivamente era imposible tener tan mala letra de forma natural. Los ensayos, debía de admitir, eran considerablemente mejores que al inicio del curso, claro está que podría ser a causa de que últimamente era más estricto , si es que eso era posible, con sus alumnos. Y es que su humor no había hecho más que empeorar, entre más pasaba más le irritaba la idea de  que sería insuficiente como figura paterna y es que todas esas dudas simplemente aumentaron desde que ya hace 4 días Albus lo había visitado para informarle que ese mismo fin de semana irían a finalizar los trámites de adopción, al parecer la solicitud que envió había sido aprobada, Severus realmente dudaba de la salud mental de quien lo hubiera aprobado  pero no se iba a quejar. Aún no sabía si se encontraría, al menos oficialmente, con Potter ese mismo día, ahora las cosas dependían de una "entrevista" personal que se le sería realizada. Entrevista a la cual Albus había sido muy amable en autoinvitarse.

Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando llamaron a la puerta, algo inusual puesto que pasaban de las 10 de la noche y todos los estudiantes de su casa ya deberían estar dormidos, a no ser que quisieran recibir algún castigo.

- Adelante - exclamó con voz visiblemente fastidiada.

- Buenas noches Severus - simplemente genial, ahora era Minerva quien seguro venía a interrogarlo. Ella se quedó de pie frente a su escritorio mirándolo, en sus manos traía un paquete envuelto en papel, sin embargo el apostaría a que era alguna especie de libro debido a la forma.
- Si planeas quedarte a observarme yo te aconsejaría que se sientes, al menos así no me taparías la luz - dijo a la par que hacía los pergaminos a un lado para despejar un poco de espacio  y con un simple movimiento de varita conjuró un poco de té para ambos.
- Oh, lo siento, no planeo quedarme mucho tiempo en realidad, solo quiero entregarte algo, me he enterado que existe una posibilidad de que al fin te encuentres con Harry, e incluso podrías  llevarlo a casa- mencionó visiblemente emocionada, claro que como toda Gryffindor sobresalía su molesto optimismo de que todo saldría bien.
- Veo que Albus no ha tenido reparos en contenerse - dijo aún más molesto que al inicio
- No deberías culparlo, a ambos nos hace felices que Harry al fin pueda tener la oportunidad de encontrar un buen hogar y una familia - y si, Severus casi se ahoga con el té que estaba bebiendo.
- No deberían estar tan felices, aún no es un hecho
- Lo se, pero no está de más tener esperanza, regresando al punto, te he traído algo, aunque en realidad no solo es para ti. Tómalo como un regalo para  Harry y para ti. Ya tenía un tiempo trabajando en esto y tenía la intención de dárselo cuando llegara a Hogwarts pero creo que será mejor si se lo das tú... ademas pienso  que tenerlo podría ser importante para ti - dijo a la par que le extendía el paquete que tenía entre las manos, le resultaba confuso estar recibiendo algo, no podía imaginar de que se trataba en específico y la verdad es que la curiosidad estaba en aumento.
Con hábiles movimientos retiró la cobertura  del paquete, para encontrarse con un libro... no, un libro no, era un álbum, este se encontraba visiblemente maltratado, como cuando alguien usaba mucho algo para después simplemente perder el interés en el y dejarlo botado a que acumule polvo, era justo así como se veía. Un extraño sentimiento de familiaridad se hizo presente en el y le tomo un par de segundos más saber la razón. No era la primera vez que veía aquel álbum muggle, la última vez que lo tuvo entre sus manos fue hace unos 7 años al menos, había pertenecido a una chica  pelirroja quien siempre le dijo que la mejor manera de atesorar un buen momento era en la memoria pero que atesorarlos en un lugar especial te permitía recurrir a ellos y recordar el por qué o por quien nos levantamos cada día intentando ser mejores, sobretodo cuando sentimos que todo se ha perdido. En aquel momento el no había entendido como una simple fotografía sería algo importante, el mismo no tenía ninguna fotografía, ni siquiera de sus padres.

El mensaje cobró sentido cuando ambos se habían enterado de la muerte de su abuelo, a pesar de el dolor de la noticia, ella había insistido en que vieran juntos aquel álbum que ahora tenía entre sus manos, recuerda que con cada foto venía un recuerdo con sabor agridulce que hacía más real el dolor de la perdida pero al mismo tiempo traía el recuerdo de los buenos mementos, aquellos que fueron tan importantes para merecer ser plasmados, no por su relevancia o por ser extraordinarias hazañas, sino por que eran esos momentos de alegría y unión los que daban sentido a la vida.  El no había tratado mucho con aquel hombre, sin embargo al ver las fotografías y escuchar la historia detrás de ellas casi había sentido que el mismo las había presenciado, al año siguiente ella le había regalado un álbum similar, se habían tomado una foto juntos, la última fotografía juntos, cada quien se había quedado con una  copia, claro que su álbum jamás había obtenido otra fotografía.

Recuerda haber visto aquella fotografía en los momentos en los que el peso de cumplir  su labor como espía parecía ser demasiado, así como también recuerda haber sido el mismo quien lo quemó, preso del dolor que el recordar le generaba.
Sus manos, ahora temblorosas, se dirigieron al álbum, y con una delicadeza que parecía impropia, lo abrió. En la primer hoja había una dedicatoria hecha por los abuelos de Lily, quienes le habían dado el álbum cuando era una niña, estaba por leerla cuando algo más llamó su atención, en el interior de la cubierta dos fotografías estaban pegadas.
En la primera de veía a una pareja abrazando a un pequeño bebé, totalmente felices e inconscientes de lo que ocurriría tan solo unos meses después, mientras que en la segunda se reconoció a sí mismo, unos años más joven, al lado de una chica pelirroja.
Sin poder evitarlo los bordes de la fotografía se volvieron borrosos, acompañados de el recuerdo amargo de lo que en algún momento fue.

Como en una ensoñación sintió una mano apretar su hombro para después escuchar la puerta de su oficina abrirse, sin prestar mayor importancia continuo revisando el álbum, viendo una a una las fotografías, se sentía como un intruso, en su mayoría tenían anotaciones en el borde de la hoja, nombres, fechas, recordatorios o dedicatorias, su mente comenzó a crear historias detrás de cada imagen, llego el momento en que se notó un cambio en la fotografías, sabía que estas habían sido recientemente colocadas ahí, eran imágenes de Lily y Potter cuando eran jóvenes, en su mayoría eran fotografías mágicas  y cuando las fotografías se terminaron una nota estaba escrita con fina caligrafía, Severus, solo tu puedes elegir que recuerdos quieres almacenar, ambos merecen tener una familia, tener nuevos recuerdos, no te niegues a  esta oportunidad.

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Al día siguiente un hombre caminaba por las calles de Londres muggle, vistiendo un traje negro y sobre este un abrigo del mismo color, su mente ahora más despejada de lo que había estado en bastante tiempo se limitaba a analizar los detalles que le rodeaban.

Su visión viajó por un grupo de locales que se encontraban en la calle de enfrente, deteniéndose en un pequeño puesto de dulces.
A su mente llego el recuerdo de su infancia, las paletas eran uno de sus dulces favoritos, probablemente el único, uno que pocas veces le era permitido, sin embargo mientras su madre estuvo viva, siempre lo recibió en en la estación del tren con un abrazo y una paleta como obsequio para festejar su regreso, y aunque para la mayoría sería algo insignificante, para el guardaba un valor especial.
Después de una breve vacilación, decidió que tal vez lo mejor sería no llegar con las manos vacías, después de todo las primeras impresiones eran importantes, ademas, ¿ a que niño no le gustaban los dulces?, tal vez merecía el esfuerzo entrar a la tienda y buscar el mismo tipo de paleta que representó algunos de los pocos momentos alegres que vivió.

Solo tal vez, era buen momento para permitirse mantener un poco de esperanza.

HOMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora