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Harry pasó el resto de la mañana jugando, para el era una experiencia nueva y le daba un poco de vergüenza poder jugar frente a los adultos, de seguro ellos pensarían que era algo tonto, sabía que debería comportarse conforme a su edad pero estaba demasiado emocionado para poder contenerse, y es que su tía siempre le decía que no era ni podría ser igual que los demás niños, que era momento de que madurara; eso lo confundía un poco, pero solo al inicio, no entendía porque su primo si podía jugar y él no, no entendía por que su tío llegaba cada sábado con un regalo nuevo, que Dudley después de algunas horas lo rompería o se olvidaría de su existencia, mientras que él tenía que observar a la distancia mientras limpiaba cualquier cosa que su tía dijera y esperar hasta que cayera la noche, dentro de su alacena, para poder fingir que también tenía derecho divertirse aún que fueran algunos minutos, para poder imaginar que estaba jugando mientras esperaba que su mami terminara de preparar una rica comida y su papi llegaba del trabajo, en ese sueño, que tanto se repetía en su mente, era él quien le daba la bienvenida con abrazo mientras su papi lo cargaba para después jugar juntos, un sueño donde merecía algún gesto de afecto y una palabra amable, más temprano que tarde se dio cuenta que aquel escenario perfecto no era más que eso, un simple sueño con el cual consolaría tantas noches pero nunca lograría alcanzar.

Ahora se permitió soñar de nuevo, intentando olvidar que no merecía lo que estaba viviendo y que cada minuto que pasaba estaba más cerca de que terminara, porque inevitablemente se encargaría de arruinarlo o simplemente alguien se daría cuenta de todos aquellos defectos en él, así que se daría la libertad, al menos por un momento más, de jugar sin preocuparse por nada más y mentirse pensando que las cosas podían mejorar y ese instante no tendría fin.

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Severus había estado observando a Harry, no pudo evitar sentirse un tanto inquieto al ver como el niño era, al parecer, capaz de aislarse de todo lo que lo rodeaba, parecía haberse encerrado en su propio mundo. Después de haber visto el peluche, había sacado al soldadito de la bolsa del pantalón en la cual lo había guardado, evidentemente resultaría imposible que el pequeño dejara a un lado a su viejo juguete y contrario a lo que pensó, se había puesto a jugar con ambos con el mismo interés, como evitando que el juguete se sintiera dejado de lado. No tenía claro a que jugaba, ya que en todo el rato no había emitido ni el más mínimo sonido, solo movía a los objetos, ambos colocados sobre la mesa de centro mientras que él estaba sentado sobre sus talones.

Brevemente había logrado que el niño le pusiera atención cuando lo había llamado para darle las pociones necesarias, pero ni siquiera en ese momento había soltado los objetos que recientemente le habían sido otorgados, posiblemente pensando que se los quitaría. Después de aquello había vuelto a su juego, pero a causa de los efectos secundarios de las sustancias administradas a los pocos minutos sus movimientos se habían vuelto más lento y sus ojos parecían esforzarse cada vez más por mantenerse abiertos, hasta que finalmente el sueño fue demasiado, logrando vencerlo y haciendo que Harry se quedara dormido con su cabeza recargada en sus brazos y estos, a su vez, sobre la mesa, sorpresivamente aún así se había mantenido sujetando el soldadito y el oso.

Mientras tanto el había estado hablando con Albus de diversos temas relacionados con los periodos de evaluación que se aproximaban y la organización de los horarios.

En cuanto Albus noto que Harry se había dormido se puso de pie, con una ligera sonrisa en su rostro, para acercarse al niño y con cuidado hacer que soltara los objetos, posteriormente lo había cargado y se había sentado en el sillón aún con el pequeño en brazos para después transfigurar una manta con la cual lo cubrió, Harry se había movido un poco sin llegar a despertar por lo que Albus había comenzado a pasar una mano por sus cabello para intentar arrullarlo un poco más.