Severus sabía debería de haberse ido del orfanato desde hace un buen rato, pero sencillamente no le parecía correcto dejar al chiquillo solo y menos cuando se veía tan ... vulnerable y pequeño, una parte de el no lo entendía, ¿todo eso por un simple soldadito? El podría comprarle muchos de esos y quizás eso lo solucionaría, de seguro al chiquillo también le gustarían los carritos ... bien, no, definitivamente no debería de estar pensando así, el no tenia porque comprar nada a nadie ya que no debía de involucrarse más, sin embargo le era imposible levantarse de ahí sin hacer algo al respecto, así que verificando que nadie les estuviera prestando atención realizó un ágil movimiento de varita para reparar al soldadito, que si bien no recuperaría el brazo perdido, al menos volvería a un estado más presentable.
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En cuanto Harry había percibido el movimiento del juguete entre sus manos había dado un pequeño brinco asustado, para luego fijar su vista en el juguete, el asombro se plasmó en su rostro cuando vio que su soldadito estaba curado, ¡ incluso se veía mejor que cuando lo recuperó de Dudley!, el lo había tomado después de que su primo lo olvidara en el jardín ya que los había estado usando para aventarlos al perro de su tía Marge el cual solo buscaba despedazarlos.
Ese había sido un buen día, ya que el enorme perro no podía corretearlo a causa de que se había roto una de sus patas, el se sentía mal por alegrarse un poquito de ello ya que sabía que un hueso roto dolía mucho, pero no pudo evitarlo, y menos recordando que incluso tenía que correr cuadras completas para evitar que lo mordiera y en la mayoría de ocasiones su ropa era la que había pegado las consecuencias, haciendo que luciera aún peor.
Al llegar la tarde había conseguido guardar 4 soldaditos, que si bien no estaban intactos aún estaban en buen estado, sin embargo tía Petunia había visto que los recogió y en cuanto todos se fueron a dormir lo había ido a buscar a su alacena para quitárselos y tirarlos, ella había dejado muy claro que no debía tomar las cosas de Dudley, el había pensado que no estaba haciendo nada malo, a fin de cuentas los soldaditos que salvo iban a terminar en la basura además de que su primo tenía todo un botecito lleno de ellos, sin embargo se dio cuenta de su error cuando su tía había reforzado su punto con un par de golpes.
Al final del día todos los soldaditos habían terminado en la basura, todos menos uno que se había salvado por estar oculto en el bolsillo de su pantalón. Ese soldadito se había vuelto el protagonista de heroicas historias que contaban las más atrevidas hazañas en busca de un mundo mejor, había sido desde un valiente guerrero hasta el príncipe de el más hermoso de los reinos, pasando por bombero e incluso un misterioso detective, por supuesto, todas esas historia ocurrieron dentro de su alacena, que si bien era pequeña, podía albergar a los más grande y asombrosos mundos.
Desde ese día el prefería llevar al soldadito siempre en su bolsillo por miedo a que su tía lo encontrara y se lo quitara, ese soldadito junto con un par de crayones y un bloc de notas se habían vuelto sus pertenencias más preciadas, sin contar a Cleo, una arañita que también se alojaba en la alacena, cada que limpiaba se aseguraba de mantener intactas al menos un par de las telarañas más grandes para que siempre tuviera un lugar donde vivir, el sabía que vivir en un lugar chiquito podía dar miedo.
El día que se fue de la casa de sus tíos solo se había podido llevar al soldadito, ya que su tío no le permitió llevar algo más que ropa y tenía miedo de que si se llevaba a su amiga, le hiciera daño por intentar ocultarla entre su ropa, así que es juguete era lo único que había logrado rescatar.
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Al ver la reacción del niño, Severus estaba seguro de que negaría hasta el final que sintió una pista de orgullo, sobretodo cuando después de unos momentos, vio aparecer una diminuta sonrisa en los labios del niño, quien inmediatamente después comenzó ver en todas direcciones, como buscando algo, o alguien, pensó, hasta que la mirada del niño se posó sobre de el. Simplemente se quedó congelado, si bien ya conocía al niño por la fotografía del expediente que le dio Albus, verlo directamente lo dejó helado. Era como ver una copia de James pero los ojos eran de Lily, sin embargo el verde de estos parecía más vivo, más llamativo, e inevitablemente recordó el color de la maldición que había sellado el destino de ambos, los colores eran bastante similares; pero eso no fue lo que más lo impactó, no, fue la mirada que provenía de el, una mirada que no debería estar presente en un niño tan pequeño, una mirada llena de dolor y sobretodo resignación, pero también había ahí una pequeña chispa de algo a lo que no supo poner nombre, pero que logró que el nudo en su garganta regresara.
La razón le decía que Potter no podía verlo a raíz de el hechizo, sin embargo era como si el pequeño se estuviera concentrado en encontrar algo más, algo oculto en el sitio donde estaba sentado ... el momento fue interrumpido cuando una de las madres llegó anunciando la hora de la comida, de inmediato todos los niños dejaron lo que estaban haciendo y se fueron corriendo hacia el comedor, pero a diferencia de ellos, Potter mantuvo su mirada en el un momento más antes de levantarse y caminar lentamente hacia el resto de niños, dejándolo solo y con un millón de pensamientos y dudas.
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Finalmente había decidido no regresar de momento al castillo, había tenido demasiadas cosas en que pensar y resolver, además de plantearse los numerosos problemas que su decisión, sin importar cuál fuese, acarrearía.
Pensó en su pasado, específicamente en su propia infancia, en como las cosas pudieron haber sido diferentes si alguien se hubiera preocupado un poco más por el, si alguien lo hubiera apartado de un padre alcohólico que no hacía más que despreciarlo ... si eso hubiera ocurrido quizás el no habría recurrido al señor tenebroso en busca de una promesa de protección y de un lugar al cual pudiese sentir que pertenecía. También pensó en lo que vio durante la guerra, lo que hizo y lo que no, pensó en su única amiga y sobretodo en el hijo que dejo, pensó en lo que ocurriría con él y si realmente estaba en sus manos poder cambiar las cosas, sobretodo si sería capaz de hacerlo.
Para cuando su mente se encontró en relativa paz ya era bastante entrada la noche y el se hallaba sentado la banca de un parque bastante retirado de donde estaba ubicado el orfanato.
De repente un cosquilleo recorrió su piel, el típico cosquilleo de la magia, ni siquiera necesito voltear para saber de quien se trataba. Su acompañante se sentó a un lado de el en la banca.
- Y bien muchacho, ¿Has encontrado las respuestas que buscabas? ¿Es un lugar adecuado para nuestro pequeño Harry?
- ¿Por qué tengo la impresión de que tú mismo conoces las respuestas a esas preguntas mejor que yo mismo?
- Llevo años conociéndote, por mucho que te lo niegues, eres un buen hombre Severus, Has cometido errores, por supuesto que si, pero todos lo hacemos, esta en nuestra naturaleza y sabía que tarde o temprano harías las elecciones correctas - respondió Dumbledore después de soltar una pequeña risa. Severus no pudo evitar poner los ojos en blanco, ¿el? ¿Un buen hombre? Por supuesto.
- Sigo sin creer que sea una buena idea, en realidad pienso que es una idea terrible
- Te subestimas a ti mismo, tu has participado en muchas de mis pésimas ideas con anterioridad y según recuerdo no resultaron tan mal, en gran parte gracias a ti.
- Por mucho que me gustaría que hable de mis asombrosas habilidades creo que será mejor dejar esa platica para otro momento, mejor dime, ¿Qué tengo que hacer para poder adoptar a Potter?
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FanficDumbledore siempre se destaco por sus brillantes planes, grandes secretos y exitosos resultados; pero puede que en su intento por ayudar cometiera un error y su única forma de solucionarlo es encomendando una nueva tarea a Severus. Severitus