10 | Romperse para luego ser arreglado

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Ella estaba recostada contra la puerta. Su mirada era vacía, sin brillo, era como si su alma no estuviera allí. No vestía su atuendo negro usual, sino un vestido azul rey, el que había usado para la fiesta a la que planeaba ir.

Para él, los resultados de ese asunto eran una incógnita.

—Oye, Genime, ¿ocurre algo malo?

La muchacha volvió en sí. Luego de haber entrado a la habitación de Bloaize, se había quedado parada sin decir nada.

—Deja eso —dijo ella con un susurro.

—¿Iriadi?, ¿ocurre algo, magnífica?

La chica sonrió, aunque con melancolía. Era angustiante para él no verla reaccionar con su acostumbrado aire de egolatría.

—Maté a alguien esta noche —Iriadi entrecerró sus ojos y su cabeza se derrumbó. Luego le siguió su cuerpo completo, dejándose caer hasta quedar sentada.

Bloaize comprendió de inmediato la razón de su ánimo. Quería preguntarle cómo le fue, pero estimó que no era momento.

—Ya veo.

Hubo un momento de silencio.

Ella permaneció un rato así. Su piel estaba oscurecida producto del maquillaje, y ahora que Bloaize lo supo, vio manchas de sangre en el vestido. Como solo había una vela iluminando el dormitorio, le costaba distinguirlas.

—Supongo entonces, que hablaremos mañana.

Iriadi fijó su mirada en él lentamente. Todavía teniendo la cabeza inclinada, su mirada se veía demasiado sombría. Después se enderezó un poco, relajándose.

—No. Puedo hacerlo ahora.

—¿Estás segura?

Ella respondió asintiendo que sí.

—Creo que nos ganaron. Parece que Tezvir envió un espía hace poco.

—¿Qué? —Bloaize frunció el ceño. ¿Podía ser eso cierto?—, ¿cuán confiable es la información?

—No lo sé. Ese noble lo escuchó del ministro al que sirve. Creo que podría ser real.

«Pero... ¿Tezvir?, ¿por qué y cómo?». Si bien la Coalición hoy por hoy no existía, las relaciones entre Egnarian y la nación del sur eran amistosas. Tenían muchos tratados, las políticas eran transparentes y de planear algo contra Veliska, sin duda compartirían información. ¿Se estaban adelantando, planeando tácticas bélicas a espaldas incluso de sus aliados?

—¿Y qué más oíste?

—El espía está muerto. Lo capturaron.

Bloaize reflexionó. Lo que deducía de aquello eran solo cosas negativas. En primer lugar, un espía de un país supuestamente aliado, en incursiones por cuenta propia contra el máximo enemigo. Y lo segundo: aunque lo mataron, había logrado infiltrarse en una fortaleza de tan alta seguridad. Entonces, ¿qué clase de soldados o hechiceros tenían en Tezvir para lograrlo? Pero aparte de eso...

—Oye, Iriadi, ¿Cómo fue qué lograste infiltrarte en el castillo? El rey Kantier debería haber incrementado la seguridad. Dijiste que fue bastante fácil.

Por la cara que puso la joven mujer, él supuso que era la primera vez que lo consideraba.

—Tienes razón. Es extraño.

Crónicas de HayinashDonde viven las historias. Descúbrelo ahora