20 | La incertidumbre y el frenesí (parte I)

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Bloaize escribió una rápida combinación de runas, las cuales iluminaron la zona de su mano y desaparecieron al ser tachadas. Al instante se formó una pequeña esfera de fuego, luego el hombre la dirigió hacia la cerradura del portón. Las llamas giraban sobre la superficie de la bola a una escala tan minúscula, pero con letalidad suficiente como para que después de un momento el seguro de la puerta cediera. Las chispas del metal derretido se detuvieron, dejando solo un contorno rojo donde el hechizo había modificado la materia. Era un hueco que en la negrura de la noche se veía como un anillo de luz.

Esta era la Habilidad Física de Bloaize, Sol Dominante, y estaba usándola en un nivel inferior al básico. Con ella podría haber reventado la entrada, pero no era su intención llamar la atención de manera suicida.

Se agarró de una esquina donde el metal no estaba caliente, y empujó lentamente el portón. Este se movió sin hacer mucho ruido, aunque hubo un chirrido pequeño.

A sus espaldas, Iriadi y Trechiv observaban con rostros que no podía dilucidar muy bien. Ellos estaban encorvados, con pose de querer correr apenas vieran peligro.

—Vamos —dijo, entonces se armó de valor y fue el primero en ingresar a esa oscuridad amenazante. Tras él, sus acompañantes hicieron resonar pasos silenciosos persiguiéndolo.

Una vez dentro, escaneó la zona.

Oscuridad.

No se podía ver nada.

—¿Cómo avanzaremos? —preguntó Trechiv en voz baja.

Bloaize era precavido cuanto más podía, y aunque sentía que no había nadie más allí, a parte de ellos, dudaba si era buena idea usar su poder para generar luz. No obstante, no se le ocurrió otra forma. Iriadi tampoco tenía herramientas para hacerlo.

Accediendo a su poder por segunda vez consecutiva, el egnarano usó la habilidad de fuego y la moldeó en una esfera pequeña. La forma de luz esta vez fue todavía menor, y la acomodó para llevarla en la punta de su dedo índice.

—¿Esa es la Convergencia? —Trechiv asomó por su costado, el rostro teñido de naranja revelando sus ojos curiosos.

—Mantente alejado, muchacho. Es peligroso —le advirtió.

El adgenano retrocedió obediente.

Lo que estaban haciendo era derechamente una locura. Había sido la emoción del momento, la impulsividad dominando el pensamiento racional. En circunstancias normales hubiera marcado el lugar y después se habría retirado para volver en otro momento.

Bloaize e Iriadi no iban preparados, a lo menos desde el punto de vista mental. Más encima llevaban a Trechiv, a quien advirtieron que estaba actuando bajo su propia responsabilidad. Pero, más allá de los tormentos por si la integridad del equipo prevalecería, había dos factores que explicaban la decisión tomada por Bloaize: el primero de ellos era que llevaba días sin hallar avances concretos, y el segundo, que la vida de un camarada estaba en peligro. No había orden jerárquico en ambos argumentos, sino que se complementaban y juntos pegaban con más fuerza que cualquier excusa para retirarse.

Esto era una emergencia.

Si se daba el caso de que los encontraran mientras recorrían el lugar, correrían sin importar si capturaban a Trechiv. Bloaize solo volvería en caso de que le pasara una desgracia a Iriadi, incluso estaba dispuesto a usar al muchacho como carnada de ser necesario.

Crónicas de HayinashDonde viven las historias. Descúbrelo ahora