19 | Carentes de mentira

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Trechiv encorvó su espalda y apoyó sus codos en la mesa.

Estaba junto a Dunai y la chica que se hacía llamar Genime en una taberna muy distinta a todas las que había visto. Esta tenía un ambiente mucho más familiar y tranquilo. La gente que bebía y comía eran grupos de edades varias, riendo y charlando sin levantar mucho la voz. Había niños jugando cerca de sus padres.

La habitación, que tenía un techo alto, estaba iluminada por todos lados. Una sucesión de lámparas yacían colgadas en las cuatro paredes, revelando a las impecables camareras repartir bandejas de comida a sus respectivas mesas. Había cuadros con cuernos de bestias adornando las paredes barnizadas.

Frente a Trechiv, y sentados ante una mesa que tenía tres jarras de aguamiel, los dos egnaranos estaban estudiando el lugar como depredadores cautos.

Ya conocía a Dunai, pero a Genime recién la había visto hoy. Ellos se habían separado a mediodía, y antes de hacerlo, fijaron reunirse en la taberna en la que estaban ahora.

A diferencia de su compañero, quien era serio y de actitud sombría, Genime parecía ser bastante alegre (además de hablar velinés con mucha fluidez). Ella sonreía la mayor parte del tiempo, como si disfrutara cada momento de su vida. Sin embargo, no se olvidaba de la advertencia que le había susurrado al oído. Por Dimatervk, ¿cómo ella podía intimidar a alguien acercándose así? La chica debía tener doble personalidad: la normal (alegre) era la que mostraba a todos, pero por detrás también era peligrosa, como Dunai.

Estaban locos los dos.

—Trechiv —dijo de pronto Genime—, ¿nos dirás lo que prometiste decirnos?

Tragó saliva.

Él no tenía idea quien estaba detrás del fenómeno de los recuerdos, pues solo lo había dicho para que lo aceptaran como un miembro más de la investigación.

Durante los dos últimos días, su interés por descubrir lo que pasaba con la persona que había olvidado lo estaba consumiendo. Era mucho más que curiosidad, era como si tuviera una sed que solo saciaría hasta saber la verdad. Por supuesto que el tiempo era otra de las razones; su plazo de receso laboral lo tenía preocupado.

Era noche en todo su esplendor. Las grandes ventanas de marcos de madera finamente trabajados, revelaban la negrura de las calles de Terunai. Le había dicho a Netarim que se estaba juntando con unas personas a las que había conocido, y eso era verdad. Aunque por ningún motivo diría que ellos estaban en negocios turbios.

¿Cómo se había metido en algo peligroso en primer lugar? Él no tenía idea.

—¿Y lo digo aquí? —Trechiv intentó evadir el tema.

—Mientras sea en voz baja no hay problema, ¿o preferirías ir con nosotros a nuestra residencia?

—Oye, Genime, deja de bromear —Dunai murmuró con enojo a su compañera. Esta curvó sus labios y entrecerró los ojos. La muchacha pareció alegrarse de la reacción de Dunai.

«Creo que comienzo a entender como es la relación entre ambos», pensó Trechiv.

—No estoy bromeando. Podríamos llevárnoslo y luego amarrarlo durante todo el día, así, en caso de que nos mienta lo haremos sufrir.

Qué bien. Ella de verdad era una sádica.

Los tres cruzaron miradas dispares. Trechiv y Dunai con caras complicadas, mientras la chica los veía con diversión a ambos.

Crónicas de HayinashDonde viven las historias. Descúbrelo ahora