22 | Corredores del destino

10 2 2
                                    

—Fíjense si viene alguien por ese lado —dijo Dunai.

Trechiv giró su cabeza hacia espaldas del equipo, la ruta por la que habían venido. Nada fuera de lo usual. El pasillo lucía despejado de guardias, extendiéndose a lo largo de su curvatura. Era otro acceso que tenía forma circular y actualmente estaban en el tercer nivel de La Coraza.

Trechiv se mantenía encorvado detrás de los egnaranos, quienes observaban la salida hacia el siguiente cruce. Allí se encontrarían con las escaleras que los conducirían al cuarto nivel, dejándolos solo a uno del que tenía una prisión.

Pensó que era muy difícil que lograran hallar a su compañero ahí, aunque no quedaba otra que intentarlo.

Hasta ahora habían evadido a los pocos guardias que encontraron, y lo más tranquilizador de todo, era que estaban familiarizándose con el patrón de la arquitectura del lugar. Por ejemplo, el cruce que conducía a niveles inferiores siempre se repetía; los descendía hasta un piso, y luego los dejaba a pasos de la siguiente escalera. También el mapa siempre asomaba en la hendidura de una esquina, indicando con más flechas rojas la posición actual.

Trechiv, a pesar de dominar la lengua perfectamente (a diferencia de sus compañeros extranjeros), agradecía no tener que buscar entre la multitud de habitaciones y reubicarse con la vista.

—Ahora, vamos.

Los chicos se movieron apenas oyeron a Dunai dar la señal. Trechiv y Genime lo siguieron doblando la esquina izquierda, para luego deslizarse escaleras abajo. La forma cuadricular del pasillo mareaba un poco al adgenano con tantas vueltas que daba.

Por dentro libraba una batalla contra sus nervios. Trechiv reflexionaba sobre la situación a la que habían llegado. Le habían advertido las consecuencias de entrometerse en el grueso del asunto, pero su insistencia logró enredarlo en la misión más peligrosa que se podía hacer en Veliska: desafiar al rey Kantier.

¿Había pensado todo lo que conllevaba infiltrarse en los secretos de la Ciudad de los Cielos?

Podía ser tratado como un traidor y enemigo de la patria. No, de cualquier modo ya lo era, solo cambiaba el hecho de que no lo habían descubierto.

Trechiv de pronto se separó de su mente. Le era irreal todo lo que estaba viviendo. Si tan solo hace días estaba trabajando en Kratzk, la capital de su país, al que ahora estaba comenzando a extrañar.

«¿Cómo fue que llegué hasta aquí?, ¿Lo de la maldición era real?, ¿de verdad estoy buscando a alguien importante, tanto como para arriesgarme así?».

Entonces, algo lo sacó bruscamente de sus ideas.

Su rostro impactó con una superficie dura, aunque no tanto en realidad. Hubo en gemido.

—¡Oye! —susurró Genime, volviéndose enojada.

Trechiv había chocado contra su espalda y no fue un golpe débil, la frente del muchacho la había impactado cerca de la nuca.

—Me disculpo, no era mi intención.

—¿Sí?, eso dolió bastante —ella se masajeó la zona afectada, pero entonces puso una mirada presumida.

—En serio, perdóname.

—¿Oh?, podría hacerlo si me lo pides de la forma correcta.

—¿Y cuál es... la forma correcta? —preguntó Trechiv bajando los hombros. «Tengo un mal presentimiento».

La chica se volvió hacia él por completo y le sonrió poniendo una sonrisa maliciosa en sus labios.

—Magnífica Iria... digo, magnífica Genime, ¿me harías el honor de perdonarme y de dejar que me devuelvas el golpe?

Crónicas de HayinashDonde viven las historias. Descúbrelo ahora